Una niña bien... mala / Fantaseando en las alturas

No es por darles envidia, pero en estos momentos me encuentro en un lugar paradisiaco rodeada de un ambiente húmedo y cálido, en una playa nudista y con la pila totalmente cargada para reventar.

Pero antes de llegar aquí, cumplí una de mis más grandes fantasías y es por eso que ahora me encuentro totalmente excitada y en busca de seguir con la adrenalina a todo lo que da.

Hace un par de días que me reencontré con un piloto con quien tenía sexo ocasional hace ya un par de años y de inmediato la flamita de la calentura surgió como si nunca se hubiera apagado.

En aquella época, yo siempre le pedí llevarme en alguno de sus vuelos y dejarme seducirlo en plena cabina mientras él volaba el avión. Por supuesto él, siendo un hombre responsable, siempre se negó.

Aún así, yo siempre seguí insistiendo y ayer ¡al fin se me hizo!

-Milah, vuelo a Cancún mañana temprano, ¿quieres acompañarme? Esta vez no seré yo el piloto pero sí tendré acceso total a la cabina, ¿te animas?

¡Por supuesto que me animaba! Llevaba años esperando aquella oportunidad, así que arreglé todo lo necesario, aproveché para hacer reservaciones en un par de sitios que me interesaba conocer y listo.

Muy temprano nos quedamos de ver en el aeropuerto y, luego de un beso candente para saludarnos, fuimos a desayunar mientras esperábamos abordar. Pusimos las maletas en el sillón de enfrente para quedar uno junto al otro mientras esperábamos los platillos y su mano cálida sobre mi pierna al desnudo comenzó a generarme cosquillitas en el estómago. Mi micro vestido comenzó a arrugarse de lo caliente que me encontraba y mi tanga comenzó a empaparse al sentir su mano subir por mis muslos.

Por supuesto aquel desayuno logró poner nuestra sangre en ebullición y pedíamos a gritos ya comenzar el vuelo.

Nunca se me había hecho más lento el abordaje a un avión como aquella mañana, pero cuando al fin cerraron la puerta y comenzaron a dar las clásicas indicaciones de seguridad, mis ojitos brillaron.

Mientras él se preparaba y se ponía de acuerdo con el piloto, yo me quedé platicando con una de las azafatas que tenía mil y un historias sobre la puesta en práctica de los tips que doy en Telehit y, entre una cosa y otra, mi calentura comenzó a desbordarse. Aquella chava alta y atlética comenzó a acercarse de más a mí para preguntarme algo en secreto y, en cuanto le di entrada, logré sentir sus manos en mis pompis apretándome hacia ella. La verdad, ni supe qué era el dichoso secreto pero lo que sí les puedo...

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