Bolívar

AutorFabrizio Mejía Madrid

El texto de Marx contra Bolívar trajo muchas complicaciones para los izquierdistas sudamericanos, que recurrieron a una línea en una carta del Libertador a Rafael Urdaneta para poder levantarlo junto al Che Guevara: "Los Estados Unidos que parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias en nombre de la Libertad". Así como la Revolución Cubana "leninizó" a José Martí, el chavis-mo hizo de Bolívar un "anti-imperialista". Marx, por el contrario, vio en él un simple "traspaso" de la historia, del conquistador español al mestizo taimado. Según su visión "científica" del devenir, Latinoamérica era un obstáculo para el desarrollo de los límites del capitalismo, representado por los norteamericanos expansionis-tas. O, quizás, por Charles Dana, del New York Daily Tribune, quien le reclamó por lo poco objetivo de su texto pero terminó por pagárselo.

El Bolívar de los prosistas es un exceso de documentos contradictorios. Para los poetas no. Desde sus primeros versos, Bolívar es santificable. En 1823 el venezolano Andrés Bello lo eleva a las alturas de la épica hispanoamericana: "Tu gloria al cielo se sublima/Libertador del pueblo colombiano;/digna de que la lleve dulce rima/ y culta historia al pueblo más lejano". Es la tradición de "Un canto para Bolívar" de Pablo Neruda (1941):

Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire de toda extensa latitud silenciosa todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada.

En Canto general, Neruda trata de capturar el encuentro de Bolívar y José de San Martín en el que, según nuestra mitología continental, se pierde la oportunidad de unificar a toda Sudamérica. Mientras que el libertador de Chile, Argentina y Perú sueña con "el galope", es sombrío y terreno, el Bolívar de Neruda es aéreo y añora la cama de alguna de sus amantes que extienden "el lino en el tálamo". El poema se llama "Guayaquil, 1822" y describe el desencuentro entre las dos Sudaméricas:

San Martín regresó de aquella noche hacia las soledades, hacia el trigo.

Bolívar siguió solo.

Es este desencuentro el que le sirve también a Borges para hablar de Bolívar. En su cuento "Guayaquil", dos historiadores son asignados por un ministro de Cultura para validar una carta de Bolívar fechada el 13 de agosto de 1822, día de la reunión con San Martín. Uno es un judío emigrado del nazismo y otro un universitario argentino, por lo que aquel sólo tiene que analizar la carta para saber si es apócrifa o no, pero debe enfrentarse...

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