Bolivia, elementos para entender su crisis

AutorOlga Pellicer

Bolivia es uno de los países con mejores índices de crecimiento en América Latina. Particularmente notable ha sido saldar la deuda histórica que se tenía con los grupos indígenas, el 55% de la población. Por primera vez fue posible mejorar sus condiciones de vida, devolverles la dignidad, combatir su pobreza y marginalidad.

Es, por lo tanto, doloroso que los acontecimientos de los últimos días hayan precipitado a Bolivia hacia una crisis de grandes proporciones. La situación es caótica: rompimiento del orden constitucional, el cual será enormemente difícil reconstruir; derrumbe de las instituciones gubernamentales, que deja en manos de la derecha radical la tarea de gobernar y, posiblemente, organizar elecciones; violencia y descontrol entre los sectores del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido fundado por Morales, cuyas actividades son difíciles de encauzar con su líder en el exilio, y dudas sobre el poder que ejercerán (o no) las fuerzas armadas.

La mayoría de los analistas, algunos abiertamente simpatizantes de Morales, coinciden en ver, como origen importante de los acontecimientos recientes, su empeño en prolongar el control de la vida política. Ese objetivo no se corrigió pese a las circunstancias que aconsejaban lo contrario. De una parte, había un descenso en lo que fue una altísima popularidad; de la otra, el descontento crecía en diversos sectores, algunos tradicional-mente hostiles a su gobierno y otros favorables a su proyecto, pero renuentes a la no renovación del Poder Ejecutivo.

Esos descontentos se hicieron evidentes desde 2016, cuando Morales perdió el referéndum para modificar la constitución de manera que le permitiera gobernar casi indefinidamente. Esa derrota fue una primera señal. Sin embargo, mediante una peculiar interpretación de la ley electoral, relacionada con sus derechos humanos, Evo se mantuvo en el poder intentando de nuevo la reelección en 2019, esta vez en un ambiente poco favorable interna y externamente.

Desde el punto de vista externo es necesario tomar en cuenta la corriente hacia la derecha que se impuso en América Latina en 2018. Imposible, perder de vista lo que significó para las tendencias políticas en la región la destitución de Dilma Rousse-ff, el encarcelamiento de Lula y, finalmente, el triunfo del presidente Jair Bolsonaro en Brasil, representante de la derecha radical, ligado a los militares de los años de la dictadura; agresivo en materia internacional bajo su consigna de "limpiar...

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