El "boom" de los multihomicidas

AutorRodrigo Vera

Óscar Osvaldo García, El Compayito -exlíder de la organiza- ción criminal La Mano con Ojos y hoy preso en la cárcel del Altiplano- no se inmutó al confesar que mató al menos a 300 personas y que a veces las descuartizaba con cuchillos o sierras.

Pese a lo masivo y sanguinario de estas ejecuciones, un análisis de personalidad de El Compayito reveló que "no presenta signo alguno de arrepentirse de sus delitos". Por el contrario, "goza de la admiración de quienes ven en él lo que quieren llegar a ser en las filas de la delincuencia".

Ni siquiera al ser capturado El Compayito abandonó esa amplia sonrisa que le daba el "encanto" con el que cautivaba a sus seguidores. Estaba satisfecho de haberse convertido en el más destacado multihomicida de la actual guerra contra el narcotráfico.

En la larga lista de asesinos múltiples que sigue produciendo esta guerra, El Compayito sólo ha sido igualado por Teodoro García Simental, El Teo, sicario del cártel de Sinaloa y a quien también se le atribuyen 300 asesinatos. Muy por debajo queda el tercer lugar: Sergio Villarreal Barragán, El Grande, quien contaba 150 homicidios al ser detenido.

El criminólogo Enrique Zúñiga Vázquez, quien ha estudiado la conducta de este tipo de asesinos, asegura a Proceso: "Hasta el momento El Compayito y El Teo son los asesinos múltiples que llevan más muertes: 300 cada uno. Son los punteros. Y aquí no estamos incluyendo los cientos de crímenes que ambos ordenaron perpetrar a sus sicarios, puesto que ya no fueron ejecutados por ellos mismos".

-¿Están proliferando este tipo de criminales?

-Sí. Se están incrementando muchísimo debido al contexto actual. Son una especie de monstruos o frcmkensteins que están surgiendo en la guerra contra el narcotráfico. Verdaderos profesionales de la muerte. Anteriormente aparecían dos o tres esporádicamente. Eran los llamados matones. Pero hoy hasta los niños dedicados al narcomenudeo se están convirtiendo en asesinos múltiples. En México no se habían dado tantos criminales.

-¿Son psicópatas? ¿Perturbados mentales?

-¡No! Aquí no encajan las posturas biologicistas. Ni las psicopatolo-gías nos servirán para explicar el fenómeno. No son sujetos peligrosos porque tengan algún problema en el lóbulo frontal o por traumas infantiles o bien porque provengan de una familia disfuncional. Tampoco dándoles terapia y psicoanálisis se resolverían las cosas.

-¿Entonces cuál es la explicación? -Responden a una lógica más bien economicista. Matan para desplazar del mercado al enemigo, para ganar o defender la plaza. Finalmente lo que priva es la oferta y la demanda, la lógica del dinero. De manera que a estos homicidas no debemos verlos como individualidades dependientes de sus pulsiones, sino como la personificación de un sistema que aniquila y de una guerra absurda.

-Pero sorprende que ellos mismos hablen con orgullo de sus crímenes...

-Lo hacen para colocarse en una posición destacada dentro de la estructura criminal. Matar más y más personas lo ven como un triunfo. Más muertes representan más logros. Finalmente los cárteles de la droga...

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