Los bravos irlandeses de Churrubusco

AutorRoberto Ponce

La histórica defensa de la Ciudad de México esgrimida por el joven John Reilly y sus compatriotas irlandeses del Batallón de San Patricio contra las fuerzas de Winfield Scott, durante la invasión estadunidense en 1847, se narra con amena intensidad a través de Ecos de gloria. El batallón de San Patricio y la guerrilla mexicana, una "novela ensayo" de Arturo Ortega Blake que la Editorial Planeta circula en estos días.

"La participación de los muchachos de Irlanda (y otros pocos extranjeros) en esa guerra es un episodio poco conocido. A ellos los unió una gran empatia con México, y mi intención fue escudriñar las entrañas de aquellos valerosos combatientes al tratarse de un periodo fundamental que nos marcó como nación y necesitaba ser estudiado más a fondo", dice Ortega Blake.

"Fue la primera guerra expansionista estadunidense, y México e Irlanda poseían fuertes semejanzas. Países agricultores ambos, con vecinos muy poderosos, no eran esclavistas, y además compartían una misma fe católica. El uno por ciento de la población de Estados Unidos en 1847 era católica y a quienes profesaban esta religión se les discriminaba muchísimo." El conmovedor libro de 400 páginas comienza en febrero de 1847, luego de la batalla de La Angostura, donde tras pasarse del lado mexicano, algunos de los 78 "colorados" irlandeses (entre quienes destacan John Reilly, James Humprey, Dennis Conahan, Francis O'Connor, Patrick Dalton, James McDowell, Art O'Brian y Alexander McKee) cuestionan ante el jefe del batallón de "Los Patricios", Francisco Moreno, por qué el general Antonio López de Santa Anna ordenó la retirada del Ejército mexicano en vez de apresar al primer líder de la intervención yanqui, Zachary Taylor.

El capítulo noveno, "Los motivos de John Reilly", abunda en las razones de los irlandeses para pelear con el bando mexicano, imaginando una conversación entre Reilly, Humprey y Conahan, quien al calor de un café les cuenta su llegada a América:

-Primero, la crisis de la papa; después vendí herramientas y animales para pagarme el viaje en una húmeda bodega en un barco a Nueva York, y por último me alisté en un ejército más ambicioso que el mismo británico... El primer día, en el mero muelle nos etiquetaron de inferiores... Nos inscribimos en el ejército estadunidense porque ahí se consigue comida y paga rápidamente, pero fue ahí en donde más nos discriminaron...

Reilly apunta:

-Tenemos más en común con ellos (los mexicanos), que con los yanquis.

Entonces...

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