El Brexit. Los costos del divorcio

AutorLeonardo Boix

LONDRES.- Luego de 524 días de intensas negociaciones, fuertes cruces diplomáticos y crecientes divisiones políticas, la primera ministra conservadora Theresa May y los 27 jefes de Estado de la Unión Europea (UE) aceptaron un polémico acuerdo que los parlamentos británico y europeo deberán aprobar, de cara a la inminente salida del bloque comunitario, el 29 de marzo de 2019.

El documento de 585 páginas, que de ser ratificado sentará las bases legales para un tratado vinculante, y una declaración política de 26 cuartillas sobre la futura relación entre ambas partes, fueron firmados de manera unánime en Bruselas, el pasado 25 de noviembre, tras una gélida reunión que duró menos de una hora entre todos los gobernantes.

Sin casi dirigirle la palabra al resto de los asistentes y prácticamente aislada del grupo, May se mostró sonriente, pero tensa.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, calificó el encuentro como "muy triste". Nadie debería estar brindado con champán ante la salida de Reino Unido, agregó el funcionario claramente decepcionado por no haber podido convencer a May, durante estos últimos dos años, para que diera marcha atrás al llamado Brexit.

La frontera entre las Irlandas

El acuerdo para la salida de Gran Bretaña de la UE, el "único posible" según los gobernantes europeos, incluye varios puntos que ya fueron rechazados por los principales bloques políticos británicos.

El primer asunto polémico se refiere a la frontera entre Irlanda (país que pertenece a la UE) e Irlanda del Norte (alineada con Reino Unido) que por ahora está abierta para procurar el libre comercio de bienes y servicios.

Ambas partes buscan evitar el regreso de una frontera dura y con controles que puedan desatar nuevos conflictos sectarios.

La UE propuso inicialmente que Irlanda del Norte permaneciera dentro del mercado común y aduanero y que se alineara con el resto de Irlanda. May, sus ministros y los miembros del Partido Unionista del Ulster -la agrupación política más grande de Irlanda del Norte- rechazaron de inmediato que la provincia británica quede separada de Reino Unido.

El bloque europeo impulsó, entonces, una segunda opción, conocida como "backstop", para implementar un espacio reglamentario común sin fronteras internas entre la UE e Irlanda del Norte.

El backstop se implementaría si los futuros acuerdos comerciales no evitan una frontera dura entre las Irlandas. Bajo ese acuerdo, todo Reino Unido permanecería dentro de la unión aduanera, mientras que Irlanda del Norte deberá seguir las regulaciones del mercado común.

El documento estipula que ambas partes "emplearán todos sus esfuerzos" para lograr un acuerdo de comercio que concluya seis meses antes del final...

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