Las brújulas de Dios

AutorSamuel Máynez Champion

SANTA CRUZ, Bolivia.- En las junglas de la convivencia humana, los jesuitas abrieron tantas brechas que la Iglesia Católica optó por castigarlos. Era peligroso que predicaran con el ejemplo la doctrina de Cristo; pero más peligroso aún que, tanto evangelizados como evangelizado-res, vivieran en comunidades autónomas que habían alcanzado abundancia y armonía con su entorno. Eran un desacato para el poder eclesiástico.

Se surcaron pantanos y se escalaron cataratas en ese amoroso afán por salvar almas. Hubo que abismarse en la búsqueda de utopías para que hombres de buena fe, armados con palabras y música pudieran acercarse, aunque fugazmente, a ese ideal cristiano, aparentemente inalcanzable.

En la memoria de nuestra incredulidad está asentado que existió una Ciudad del Sol, fundada por Vasco de Quiroga, donde sí pudo cantarse en alabanza a un Dios justo, y donde sífue posible labrar la tierra en beneficio de todos... ¡No debe crearse un paraíso terrenal en castigo a nuestra impertinencia; hay que vivir asediados por el miedo, para que los preceptos de los imperialismos, tanto sacros como profanos, configuren nuestra forma de Ser y Creer! ¡Hay que rendirse frente a la contundencia de nuestras desigualdades, ya que nacimos como esclavos! ¡Hambre y miseria nos harán libres, nos dicen! ¡Hay que olvidarnos de las artes como manifestación de nuestra propia divinidad!

Y los ordenamientos y ordenanzas han sembrado bosques y poblado continentes.

¿Cómo podríamos buscar la redención si somos pecadores empedernidos?... La respuesta no fluye por la boca, fluye por el alma, pero hemos aprendido que la existencia no debe cimentarse sobre lo intangible. Debe edificarse con lo que se compra...

Hagamos un cuestionamiento: ¿No fue la música el método preferido de los evangeliza-dores? ¿No es una dádiva de Dios a la que no puede ponérsele precio que es, asimismo, intangible? ¿No es una necesidad vital que refina nuestros instintos y nos empatiza con los maltratos infligidos al planeta? ¿Habríamos de huir de nuestra incapacidad para asirnos a una humanidad que se autodestruye y preferir la convivencia con piedras? Empero... ¿Qué sucedería si nos irguiéramos para caminar sobre el vacío? O, ¿qué pasaría si le diéramos rienda suelta a los mandatos de nuestras ánimas?... Aún más, ¿no disponen nuestras sociedades de una brújula íntima -por empañada que esté-que les indica el rumbo para poder alejarse de lo que las envilece? Sabemos que sí, y nuestras entrañas se...

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