Una buena... y una mala

Foto: Diego gallegos

Fotoarte: esteban saldaña

Angélica estaba feliz con sus recién estrenadas alas y esa sensación de libertad que le daba batirlas con fuerza para salir volando a gran velocidad entre las nubes.

No había sido fácil conseguirlas. Esas plumas resplandecientes habían tenido un alto precio: toda una vida dedicada a las buenas obras, a la oración y a la penitencia.

Una existencia marcada por la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Todas las Virtudes Cardinales encarnadas en una sola persona.

Si tan solo pudiera ver ahora su gemela.

Lucila no lo podía creer. Le ardía la frente y al tocársela sintió los dos afilados cuernos que le habían brotado pero sin hacer correr la sangre y, mientras caminaba por aquel valle pedregoso y caliente escuchó como si un pequeño animal la siguiera.

Pero no, nada de animales. Era su propia cola roja y terminada en un pico que se arrastraba por el suelo. Era el castigo a toda una vida de placeres, excesos y desinterés por los demás.

Una existencia marcada por la avaricia, la lujuria, la gula, la soberbia, la enviada, la ira...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR