En busca del aterrizaje perfecto

Pilotear un avión ofrece una sensación de velocidad y libertad, pero esto viene acompañado de un sentido de responsabilidad con los pasajeros y de sacrificio personal cuando se es madre.

Una cabina repleta de botones coloridos y pequeñas palancas ha permanecido indeleble en la memoria de Maribel Guerra cuando de niña tuvo la oportunidad de entrar a una durante unas vacaciones junto a sus padres.

"Desde ahí me enamoré de ellas, me entró curiosidad cómo los pilotos pueden hacer que un avión vuele y me dije que algún día iba a a ser piloto.

Nunca cambié de opinión", asegura con firmeza.

Y cumplió su promesa consigo misma: Maribel es ahora una de una treintena de mujeres pilotos que trabaja en Aeroméxico, con más de 25 años de experiencia, tanto en la aviación privada como en la comercial.

Pero la ocupación que ha amado durante toda su vida le provoca un conflicto ahora que es mamá: largas estadías fuera de México la alejan de su hija Andrea de 8 años.

En los últimos meses la capitana ha tenido a su cargo pilotear los vuelos de la compañía a ciudades como Madrid, Sao Paulo y Beijing, frecuencias largas que la ausentan varios días del...

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