Buscan nuevo espacio para ayudar a internos

Una labor de casi 60 años en favor de un sector vulnerable, los internos del Penal del Topo Chico, se encuentra en riesgo con el cierre inminente del centro penitenciario.

Es el Centro ProPenal, que desde 1961 está a cargo de las Voluntarias Vicentinas de Monterrey y que desde 1998 brinda asistencia legal gratuita a internos y sus familias en la oficina "San Vicente de Paul", en la entrada de este reclusorio.

Además de depositar fianzas y reparaciones de daño para que los internos puedan obtener su libertad, esta oficina los apoya con medicamentos, artículos de aseo personal y boletos de pasaje para que regresen a sus lugares de origen.

Mercedes Jaime de Fernández es su presidenta desde 1986, pero su labor empezó desde años atrás cuando su mamá asistía desde los 60 a brindar apoyo espiritual y se quedaba el día entero asistiendo a juzgados, tratando casos con el Procurador en turno o depositando fianzas.

"Lo aprendí de ella, pero fue hasta 1984 que pude entrar, apoyarla a ella, a doña Romanita y a Raquelito, también voluntarias, y luego quedar como presidenta del Centro ProPenal".

Mercedes, nacida en 1941, dejó atrás el negocio de una boutique para dedicarse todos los días a revisar casos de personas que, por no tener para la reparación del daño o por una simple firma, han pasado años en el Topo Chico o en los penales de Cadereyta, Apodaca y ahora el femenil.

"Tuvimos el caso de una persona interna por el robo de unas tijeras", expresa y alude a otros casos ya conocidos, como el hombre internado por el supuesto robo de un kilo de barbacoa. "Tuve a uno por el robo de un champú, y eso hace poquito".

Mercedes va con jueces para revisar casos de personas que considera inocentes y que suelen serlo. Ella defiende la idea de tener una conversación cara a cara con el interno para verle los ojos.

"Ahora resulta que usted los conoce mejor que nosotros", le decían antes, y ella les decía que sí, porque tanto acusadores como jueces sólo ven a los detenidos en expedientes o por monitores de circuito cerrado.

Pero el trabajo no es sólo con ellos, sino con sus familias, que quedan muy indefensas.

"Alguien nos decía: 'no hay que darles el pescado, hay que enseñarles a pescar', y en algún momento abrimos un espacio aquí cerca para enseñarles oficios a...

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