"La cabra o la fábula del niño y su dóberman"

AutorEstela Leñero Franco

Si bien el autor y los actores tienen claro lo que quieren decir, el espectador se queda en suspenso, más que sentir que está frente a una obra de suspenso, como se pretende. Son confusas las intenciones, y los objetivos de la puesta se quedan ocultos. El espectador es partícipe del encierro, la violencia y la meta inmediata que les impone el victimario: cuidar a una cabra, porque lo que a ella le pase, les pasará a ellos también; si le dan de comer, comerán; si muere, ellos también morirán.

La propuesta es muy pretenciosa. Se dice que es una crítica social a la reeducación por la que muchos desaparecidos han pasado, del testimonio de cómo los narcos convierten en sicarios a personas secuestradas, pero en la obra no pasan claramente al espectador. El punto de partida se queda fuera y lo que se aprecia es una atractiva propuesta visual así, como un buen trabajo físico y gestual. Son precisas las secuencias de acción y el movimiento que recurre al combate escénico, a la acrobacia y al baile.

En el espacio sórdido y de destrucción de La cabra o la fábula del niño y su dóberman, se contrapuntean momentos cómicos y acciones de riesgo con acciones reiteradas y dramáticas. La dramaturgia se disocia de las situaciones escénicas, de la atmosfera opresiva y la sensación de encierro. Los actores interpretan con fuerza a sus personajes y resalta su versatilidad y juego. José Juan Sánchez y Héctor Iván González, aunque utilizan tonos diferentes, muestran el progresivo efecto que causa este proceso de despersonalización, el alejamiento de los recuerdos y los seres queridos que los vinculan a la realidad.

Es significativa la llamada que uno de ellos intenta hacer una...

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