Sobre Calderón, las consecuencias de esta guerra…

AutorJosé Gil Olmos

Javier Sicilia es un luchador social formado desde los ochenta en las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), que pretendían influir en la transformación social y democrática de México y Latinoamérica en aquellos años. Hoy, el poeta está al frente de un movimiento nacional de protesta que el miércoles 6 se expresó con marchas simultáneas en 38 ciudades.

Su causa: acabar con la violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico y que ha cobrado ya más de 35 mil vidas, una de ellas la de Juan Francisco Sicilia, su hijo.

Horas antes de la marcha que encabezó en Cuernavaca, Sicilia fue convocado y aceptó hablar con Felipe Calderón en Los Pinos. Le dijo al presidente que el país está en una emergencia nacional y le pidió cambiar la estrategia que ha seguido hasta ahora en materia de seguridad. Calderón reconoció que cometió errores, pero advirtió que no iba a modificar su método, narra a Proceso el poeta y colaborador de esta revista.

“Tuvimos un diálogo cordial y con mucha claridad en las diferencias. Felipe Calderón reconoció que se ha equivocado. Eso ya es importante: que un presidente pueda tener una autocrítica, que reconozca que es necesario replantear otra serie de cosas. Lamentablemente dijo que no va a cambiar, porque para él es la forma de enfrentarlo (al narcotráfico)”, relata Sicilia, con muestras de cansancio y de duelo en su rostro de barba rala.

Ofrece detalles de la presunta autocrítica de Calderón: “‘He tenido errores’, dijo en algún momento, ‘he tenido equívocos’. Eso es muy importante, porque cuando alguien no hace una cura de humildad y no se hace una autocrítica, entonces hay que temer. Creo que hay en el presidente una capacidad de autocrítica. Evidentemente desató una guerra que lleva cuatro años y medio, sacó al Ejército a las calles, y es muy difícil para él recular. Por eso digo que nos sentemos, no le carguemos la responsabilidad a él. Calderón la desató, se equivocó, pero ya todos estamos aquí y los costos han sido muy altos para todos. Hay que sumarse para encontrar una solución entre todos”.

–¿Dijo en qué se equivocó?

–Nunca lo precisó, pero creo que tiene una carga muy fuerte de que quizá se precipitó, se equivocó en esta guerra y en las consecuencias. Creo que está cargando duramente esta guerra que, sigo insistiendo, está mal hecha, mal planteada y mal dirigida. Calderón trae sobre sus hombros y en su corazón las consecuencias que ha traído esta guerra y yo vuelvo a apelar: vamos a convocar a un diálogo nacional, con humildad y poniendo como prioridad a la nación. Hay que hacer un alto, una tregua.

Sicilia tenía la esperanza de que, tras escuchar el clamor de las marchas en las que miles de ciudadanos exigieron el retorno del Ejército a sus cuarteles y los gritos de “no más sangre”, Calderón cambiaría la estrategia. Pero no lo hizo.

Un día después de las manifestaciones, en la clausura de la 28 Conferencia Internacional para el Control de las Drogas, en Cancún, Calderón se justificó:

“Mi gobierno ha estado siempre abierto a la crítica, a la propuesta responsable en el tema. Ninguna política pública, por extraña que sea, nos parece desdeñable desde su principio; simplemente, mientras no se muestren alternativas de mayor beneficio o de menor costo para la sociedad y para las personas, seguiremos siendo contundentes en la aplicación de la ley, en el combate al crimen organizado y en la aplicación de una política integral de prevención, contención y combate a los grupos criminales.”

Narra...

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