La Calle Diario de un Espectador/ Bombay

Celebró el Bombay, como el Bar León, cincuenta años de edad. Cuando abrió sus puertas, de seguro sus propietarios se afanaron en encontrarle un nombre con resonancias exóticas. Es una regla frecuentemente aplicada a la hora de bautizar lugares de rompe y rasga: se trata de hallar designaciones que evoquen tierras lejanas, propicias para la ilusión. Así, por ejemplo, en la calle de San Jerónimo, donde ahora funciona la Universidad del Claustro de Sor Juana, engolosinó a los capitalinos, durante muchos años, el Smyrna Club. A nadie importaba el puerto turco sobre el mar Egeo que daba su nombre a ese prestigiado centro de libaciones y baile. Pero sin duda el nombre hacía imaginar sutiles huríes y hetairas distintas de las más terrenales que allí pululaban.

Algo semejante habrán discurrido los fundadores del Bombay, cuando escogieron el nombre de esa ciudad y puerto de la India para colocarlo en la marquesina de lugar que fue inaugurado en mayo de 1952 en la esquina de San Juan de Letrán y República del Ecuador, muy cerca de Garibaldi y del mercado de La Lagunilla Su entorno ha cambiado mucho en ese medio siglo, pues San Juan se ensanchó y cambió de nombre para llamarse Eje Central Lázaro Cárdenas, que libra el cruce con Paseo de la reforma mediante un paso a desnivel. Para llegar al Bombay es preciso orillarse a la derecha, para no resultar, después de cruzar el túnel, en los rumbos de la colonia Guerrero, ya cerca de Tlatelolco.

En diciembre de 1994 el arquitecto Jorge Legorreta dio a la estampa la Guía del pleno disfrute de la ciudad de México, un cuaderno engargolado con casi doscientas páginas con información sobre lugares donde bailar, beber, comer y otros menesteres. La Guía se recomendaba a sí misma como apta "para sectores medios desamparados y turistas arrepentidos de la posmodernidad".

En el capítulo denominado "cabarets de ficha" de la zona central capitalina aparece el siguiente comprimido sobre el antro cumplidor de años: "De los más tradicionales antros para ejercitar el placer de...

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