La Calle: Diario de un Espectador / Carlos Slim al bat

Todo México dice que Carlos Slim es la versión moderna del rey Midas. Todo lo que toca lo convierte en oro. O, para ser más realistas, puede decirse que casi todas las empresas que toma en sus manos se vuelven exitosas. En las contadas ocasiones en que eso no es posible, pone en práctica la sabiduría popular: negocio que no deja, dejarlo.

Si uno va por la calle, dondequiera encuentra la presencia y la huella de Carlos Slim y de sus empresas. Si se trata de hablar por teléfono, allí está presente, no importa que sea telefonía convencional o celular. Si se quiere tomar café, allí están los Sanborns, multiplicados, visitados por todos los que necesiten encontrar bajo un solo techo desde alfileres hasta seguros de vida. Es infinito el horizonte de los intereses mercantiles y financieros de Slim, de manera que no tiene caso enumerar las empresas que controla. Si se hiciera tal intento, de seguro la lista sería incompleta porque a las operaciones que controla Slim hoy habría que agregar las que se acumulen esta semana.

Slim no es un empresario empeñado sólo en enriquecerse. A riesgo de decir una mentira ingenua, hasta podría decirse que le interesa más trabajar que ganar dinero. Y por eso dedica buena parte de sus utilidades a gratas y necesarias tareas de relaciones públicas, como becar a cientos de estudiantes de las más variadas especialidades, patrocinar festivales de toreo; o el auspicio a conciertos para celebrar el aniversario número 65 del Palacio de Bellas Artes.

También, cuando hace falta hacerlo, sale al paso de las informaciones que encuentra infundadas, como la que atribuyó a una relación sospechosa con Carlos Salinas su éxito en la privatización telefónica y otros negocios. Hasta se acuñó el chiste, basado en el origen de la familia del empresario, donde se pregunta cómo se dice Salinas en libanés: Slim, es la respuesta. Y como no quiere que se ponga en duda la legitimidad de sus intereses, habla, explica, pone de su lado a quienes lo objetan.

Por eso no hay que sorprenderse de encontrar nuevas facetas en...

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