La Calle Diario de un Espectador/ La locura de Juana

En la película española que vino a la XXXIX muestra internacional de cine, el director Vicente Aranda equilibra el peso de la pasión y el poder en la tragedia de Juana de Castilla. Según sus enemigos, el mal le venía de familia: su abuela, Isabel de Portugal, presumiblemente estaba mal de la cabeza cuando murió en 1496. Y aunque la grandeza de Isabel la católica, madre de Juana, hacía más difícil tildarla de desequilibrada, también se le imputaban desarreglos emocionales.

Los de Juana son claramente causados por su marido traidor. Según ella, no hay amor sin celos, y por lo tanto tan desaforado era su apego a su efímero esposo como los rencores que sus engaños le provocaron. A esa turbulencia interior se añadió pronto la rivalidad política porque Felipe, si acaso era hermoso como su mote lo indica, no era precisamente inteligente, y se dejó vencer por la tentación y seducir por la intriga de sus cortesanos flamencos. Encabezó, por lo tanto, una conspiración para que su mujer fuera declarada loca y él pudiera sustituirla como rey de Castilla, ya que la dueña del título era ella.

Los partidarios de Juana intentan convencerla de que se defienda, que evite la suplantación. Y ella accede a recibirlos. Pero los asuntos del estado le importan menos que los del corazón. O del hígado o la vesícula biliar, porque está poseída por la rabia que viene de los celos. Ha descubierto un rasgo extremo del cinismo de su marido: introdujo a su amante en la corte que rodea a la reina, para tenerla cerca. Juana encuentra una carta de la intrusa y para identificarla entre sus damas, llama una a una para cotejar su escritura con la del mensaje que sus servicios interceptaron. En eso se afana, obstinada, mientras sus seguidores intentan hacerle comprender la gravedad del golpe que pretende asestar contra ella su infiel esposo. Pero ella los despide, impaciente porque la molestan con lo que son minucias a sus ojos. Ellos, por su parte, se resignan a aceptar que en efecto está fuera de sí.

Por si fuera poco...

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