"La camarista"

AutorJavier Betancourt

Si no fuese porque Eve comenta que sale noche del trabajo y llega muy temprano, el hotel de más de 40 pisos, escenario y personaje en esta primera cinta de Lila Avilés, La camarista (México, 2018) podría tomarse por una enorme nave espacial, sin rumbo aparente, de la que salen y llegan extra-terrestres que no tienen manera de verla o de hablar con ella. Ahí todo ocurre de manera vertical, entre más alto, más lujoso y panorámico; abajo, más cerrado y ruidoso, áreas de lavado que parecerían cuartos de combustible y máquinas de propulsión.

Eve, madre soltera, no pasa tiempo con su pequeño hijo, se esmera por subir, estudia y obedece, la única vez que una huésped habla con ella es para que la ayude a atender a su bebé. La cámara, que observa los métodos de limpieza, capta, a través de los gestos de la joven limpiadora, el efecto que tienen en ella los objetos que dejan los huéspedes, su basura, el desorden... no por aburrimiento, pues una obsesión como la de Eve no da lugar al tedio, sino porque quiere sentir, animar un tanto ese desperdicio anónimo, meros residuos de una vida que pasó por ahí.

El contacto más real, aunque supeditado al sistema devorador de la verticalidad, es con algunos de los trabajadores, como Minitoy (Teresa Sánchez), jocosa seductora, y otros tantos que apenas rozan la piel de Eve, pero la erizan...

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