Cambia su escoba por oro y diamante

A Horacio Contreras le bastan cinco segundos para conocer el valor y peso de un diamante con solo tenerlo en sus manos; y sólo 20 segundos para determinar el kilataje y el tipo de oro de alguna joya.

En 1962, Horacio tenía 22 años cuando entró a trabajar como mozo al Nacional Monte de Piedad; hoy es considerado uno de los mejores valuadores junto con el experto en gemas, Sergio Vázquez Luna.

Ambos requirieron de disciplina y mucho estudio para reconocer hasta la parte más oculta de cada una de las prendas que, personas en apuros económicos, empeñan en las sucursales del NMP.

En este patronato, fundado el 25 de febrero de 1775, por Pedro Romero de Terreros, es ley no escrita ingresar desde abajo, como mozo de limpieza, para poder tener la oportunidad de ascender peldaños, tal y como le sucedió a Horacio en 1968 y a Sergio en 1987 cuando cumplieron seis años de trabajar como empleados de intendencia.

Los dos trabajadores iniciaron así, limpiando los pisos de la Casa Matriz ubicada en el Centro Histórico, pero después, tras cumplir cada uno seis años como mozos, ingresaron a la escuela de Peritos Valuadores del Monte de Piedad.

"Me siento contento con mi trabajo, yo sé que es como muchas otras historias, pero la mía es real, porque la viví, de limpiapisos a perito valuador", dice Horacio, de 68 años y 37 como tasador.

Los valuadores valúan obras artísticas, relojes, gemas, brillantes, monedas, relojes, autos, determinan el valor de aparatos electrónicos, herramientas, casas, juguetes, porcelanas, cristales, equipos fotográficos y ópticos, libros y discos.

Empíricos y académicos

En los anales del Monte de Piedad se cuenta que comenzó con tres empleados, el director, un escribano y el tasador o apreciador de alhajas, Francisco Pavía, quien analizaba telas y tejidos con el aprendizaje que obtuvo con la práctica.

El primer día de operaciones del Monte, el tasador realizó 22 operaciones prendarias y en total prestó 575 pesos oro. Hoy la institución tiene 246 peritos valuadores en 120 sucursales, cada uno con una especialidad, y atienden de 80 a 100 personas por hora.

En 1930 y ante el crecimiento del número de sucursales se comenzaron a aceptar tasadores que obtenían su preparación de manera empírica, con la práctica o que mediante testigos demostraban que sabían valuar.

José Norguez García, ese mismo año, siendo escribiente de la sucursal 3, consideró que tenía los conocimientos necesarios para ser valuador; presentó un examen, lo aprobó y fue...

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