Cambia de fierro

Foto: Diego Bonilla

Paul Villafuerte no quiere que se repita su historia y el deporte es su mejor arma para lograrlo. Hace 10 años, confiesa, vivía entre adicciones y como delincuente, hasta que ser víctima de un ataque a balazos lo transformó. Perdió una pierna, sufrió una fractura de cráneo, de brazo, incluso cayó en una profunda depresión que le provocó pensamientos suicidas, pero encontró la luz al final del túnel.

"Yo era un delincuente. Un chavo borracho, drogadicto. Me gustaba robar a las personas. Me gustaba esa forma de vida. Taloneaba a la banda", explica el de Praderas de San Mateo, Naucalpan, Estado de México.

"Tuve una visión. Alguien me habló, me dijo: 'Tu destino es ayudar'. Porque yo siempre hice deporte, fuera malo o bueno", relata.

Por lo que en 2016, con ayuda de materiales como tubos recuperados de la chatarra, además del deseo de ofrecer una alternativa sana a los jóvenes, dio vida a las Barras de Praderas.

Se trata de un gimnasio urbano especializado en la práctica de la calistenia (un sistema de ejercicios que se centra en el uso del peso corporal) al que Villafuerte prefiere llamar el Templo Mayor.

"Porque es como Tenochtitlán. Se hizo encima de un río de aguas negras, entonces esto es un templo de los dioses...

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