La caminata hermanada por el dolor

AutorJosé Gil Olmos

Morelos-Ciudad de México.- Largo, pesado el camino que desde Cuernavaca recorrieron los ciudadanos agraviados por la violencia del crimen organizado y, también, por la violencia de Estado… “La esperanza se construye paso a paso”, dice Olga Lidia Reyes.

“A todos nos une el dolor”, suelta como un suspiro el poeta Javier Sicilia. Acuosos sus ojos, abraza a Olga Lidia –una de las mil personas que lo acompañan en la “Marcha por la paz con justicia y dignidad” – y se abraza a sí mismo pues en su playera trae la imagen de su hijo asesinado a finales de marzo en Temixco junto con varios de sus amigos.

Detrás de él la columna de ciudadanos, algunos portando fotos de sus familiares asesinados o desaparecidos durante los casi cinco años de guerra contra el crimen declarada por el presidente Felipe Calderón…

Durante el trayecto, Sicilia, quien se niega a que lo consideren la “cabeza” de la movilización nacional e internacional, piensa en voz alta para compartir su sentimiento: “Vamos a llegar al lugar donde nació el país, porque es donde hay que reconstruirlo”.

Y lo escucha Olga Lidia. También Julián LeBarón, el menonita que encabezó un grupo ciudadano contra el secuestro en Chihuahua, precisamente en el momento en que blandía una bandera nacional. A los tres los une el dolor y la impunidad. Ella perdió seis familiares en Chihuahua; a LeBarón le secuestraron y asesinaron a su hermano Benjamín y a su amigo Luis Widmar en julio de 2009; Sicilia perdió a su hijo Juan Francisco, asesinado junto con seis de sus amigos hace varias semanas.

La marcha que partió de Cuernavaca concitó movilizaciones en distintos lugares donde la tierra también está manchada de sangre. Las historias de agravio son múltiples.

En la caminata viene Consuelo Valenzuela. Tiene 60 años y hoy clama justicia porque, dice, hace 10 años le desaparecieron a su hija Julieta Marlén González en Chihuahua. También participa María Elena Sánchez, una joven que busca a su hermano Jethro Ramsés, desaparecido apenas el domingo 1 en la feria de Cuernavaca. Y Miguel García Hurtado, quien aun siendo procurador de Michoacán purgó una condena en la cárcel de esa entidad acusado de ayudar presuntamente al crimen organizado.

En otro contingente marcha la mamá de Joaquín Tena, a quien le gustaba el mar y por eso fue a Cancún durante un tiempo. El joven regresó para estudiar arquitectura en la UNAM. Pero sus sueños se acabaron el 7 de agosto de 2010, cuando un grupo armado entró a su casa y lo acribilló. Vivía cerca del Parque Hundido, en la Ciudad de México. Tenía 21 años.

“Los asesinos andan sueltos, todos los que estamos aquí tenemos las mismas historias de impunidad”, dice la madre del joven mientras muestra una pequeña pancarta con...

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