Las campañas: denostaciones, injurias, calumnias

AutorJesús Cantú

Destacaron por la negatividad y virulencia de las campañas los procesos de Veracruz y Tamaulipas, dos de los más competidos en la jornada electoral que se celebra este domingo 5. En ambas el intercambio de denostaciones y acusaciones entre los dos candidatos punteros llegó al extremo de presentar denuncias penales o, al menos, señalarse públicamente como delincuentes.

Los intentos de los legisladores por inhibir las campañas negativas han sido inútiles. Primero lo intentaron con una disposición en el texto del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, que prohibía que la propaganda política o electoral contuviera expresiones que denigraran, difamaran o injuriaran a las personas; en la reforma constitucional de 2007 elevaron al apartado C del artículo 41 de la Constitución esa disposición, aunque la atenuaron y la dejaron en denigrar a las instituciones y calumniar a las personas; en la reforma de 2014 ya eliminaron la referencia a las instituciones y, por lo tanto, quedó únicamente la prohibición de calumniar a las personas.

Por supuesto que se debe sancionar a quien calumnie, que implica el atribuir falsamente un delito a una determinada persona; pero eso debe ser materia de los juzgados civiles y no de las autoridades electorales.

En México, salvo el caso del entonces Distrito Federal (ahora Ciudad de México) que sí tiene una legislación adecuada, siempre se ha pretendido dejar la sanción a los llamados delitos contra el honor en los códigos penales y civiles, lo cual conduce a dejar disposiciones muy imprecisas y ambiguas, lo que permite las interpretaciones arbitrarias y discrecionales, tanto en perjuicio como en beneficio de los quejosos y los imputados, según convenga.

Aunque hay precedentes, uno de los casos que más ilustra la forma arbitraria y discrecional con la que se manejaban estos temas es la detención en Quintana Roo y traslado a Puebla, de la periodista Lydia Cacho, por la intervención ilegal del entonces gobernador poblano Mario Marín, a causa del libro Los demonios del edén, donde acusaba al empresario Kamel Na-cif, amigo del mandatario, de proteger al capo de una red de pederastia.

El asunto es un tema de la mayor relevancia, pues tampoco puede permitirse que candidatos, dirigentes de partidos políticos, comunicadores o ciudadanos calumnien impunemente, pero para sancionarlo deben establecerse disposiciones legales muy claras y precisas, especialmente en el caso de que los presuntos afectados sean...

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