Una candidata vacía

AutorJuan Veledíaz

Qué bonito se adorna -decía una conductora de Televisión Azteca sobre Josefina Vázquez Mota cuando empezó a comentar en un programa de espectáculos el precio de los aretes que usaba la aspirante del PAN a la Presidencia de la República.

-Doña Pina es bien fina, tiene un gusto tan bonito parala joyería que hemos decidido hacer el catálogo de sus "aretitos"... arete por arete -comentaba otra de las conductoras. Josefina tenía un gusto muy acentuado por la joyería H Stern, brasileña, que no era nada barata. Aretes siempre arriba de los 30 mil pesos, decían. Y, modelo a modelo, mostraron de un catálogo de esta firma los atuendos que iban de los 42 mil a los 46 mil pesos con fotos de las alhajas e imágenes de Vázquez Mota usándolos.

-Qué bueno que no dependa de su salario de diputada, porque tampoco le alcanzaría -comentaban a manera de justificación tras observar que el salario de un legislador oscilaba en 100 mil pesos. En realidad, el ingreso rondaba, en el año 2012, los 148 mil pesos, uno de los más altos del mundo.

-A lo mejor ella, su sueldo, lo usa para otra cosa y usa el sueldo de su marido para sus aretes -decían.

Manuel Clouthier recordaba que en el grupo parlamentario del PAN, del que formó parte hasta febrero de 2012, cuando renunció, siempre había una invitación para que fueran varios diputados a recibir a Josefina Vázquez Mota antes de que entrara al salón de plenos del recinto legislativo de San Lázaro. Necesitaba verse rodeada de gente, que se notara su llegada.

Del trato que tuvieron cuando ambos fueron diputados, hubo un episodio que la retrató de pies a cabeza. Ocurrió a principios de 2010, luego de unas declaraciones hechas por Clouthier a la revista Proceso, en las cuales descalificó la estrategia de Calderón contra el narco. La crítica fue no sólo por la ineficacia de resultados en el país y en Sinaloa en particular, sino por la ausencia de planea-ción contra el lavado de dinero y los narcopolíticos. Estos juicios tenían más que irritada a Vázquez Mota, quien lo mandó llamar.

La mañana del martes 16 de febrero de 2010, el diputado federal entró a la oficina de la coordinadora de su fracción parlamentaria en San Lázaro. Sobre el escritorio estaba una fotocopia de la nota, la cual, minutos después, se percató que ni siquiera había leído. Notó que Josefina confiaba más en su retórica que exhibía la superficialidad en el trato de los temas. Así era ella, no profundizaba, no ahondaba en lo que decía.

-Qué pasa, Manuel -inquirió.

El legislador tomó asiento y comenzó a relatarle que todo lo que dijo ya se lo había dado a conocer al presidente Calderón desde agosto de 2008, a través de una carta que le entregó el día en que fue invitado, junto a su familia, su madre y sus hermanos, a la residencia oficial de Los Pinos a una comida organizada por la primera dama, Margarita Zavala.

Le contó algunos momentos de aquel encuentro, de cómo le informó al presidente de que la sociedad sinaloense se había convertido en rehén del crimen organizado y cómo el negocio del tráfico de drogas había desembocado en una clase política no sólo tolerante con los capos, sino con la posibilidad de que uno de los suyos se quedara en la gubematura. "Le doy referencias y detalles de las cosas, cómo están en el estado, cómo nos estamos...

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