Caricaturas de Mahoma y valores del liberalismo

AutorCarlos Martínez Assad

Francia se considera una de las naciones europeas más abiertas a la pluralidad religiosa; incluso el controvertido Régis Debray propuso hace años que en las escuelas debía impartirse la enseñanza de la historia de las religiones. Ahora, en una encuesta reciente de la Fundación Jean Jaurés, 59% de los franceses consideraron que fue correcta la decisión de publicar las caricaturas de Mahoma, mientras los musulmanes de varios países continúan pensando el asunto como algo ofensivo. Y el filósofo Salavoj Zizek, luego de condenar la acción terrorista, trató de ir más allá: "Si los llamados fundamentalistas en verdad creyeran que han encontrado su propio camino hacia la verdad, ¿por qué tendrían que sentirse amenazados por los no creyentes, por qué tendrían que envidiarlos?". Y en última instancia consideran tan endeble su creencia que le temen a unas caricaturas.

La acción que acabó con la vida de tantas personas fue la respuesta más condenable de otras que comenzaron tiempo atrás. Diez años antes, el 30 de septiembre de 2005, un diario conservador de Dinamarca, el Jyllands-Posten, publicó 12 cartones en los que se asociaba la figura del profeta con el terrorismo. Megazinet, una revista cristiana de Noruega, volvió a publicarlas el 10 de enero de 2006. Las primeras reacciones de los musulmanes no fueron divulgadas, aunque varios diarios locales las dieron a conocer, pero en 2006 las manifestaciones fueron más aparatosas cuando musulmanes enardecidos incendiaron las embajadas de Dinamarca en Damasco y en Beirut, hechos que alcanzaron al barrio cristiano de Achrafieh, donde incluso fue agredida la catedral maronita de San Jorge.

Las protestas se extendieron a las embajadas de Suecia, Francia, Inglaterra, Austria y de la Unión Europea en El Cairo, Teherán, Naplusa, Gaza, Yakarta, Estambul y Afganistán, donde incluso se provocó la muerte de una decena de personas; la ola de protestas envolvió a países de mayoría musulmana, como Irak y Pakistán, pero también a las ciudades europeas donde viven grupos islámicos y no sólo las capitales como París, Berlín y Londres, sino también poblados pequeños.

El 26 de enero de ese año Arabia Saudita llamó a su embajador en Dinamarca, medida en la que le siguió Libia. En las primeras dos semanas de febrero del mismo 2006 las caricaturas fueron reproducidas en algunos diarios europeos. Las manifestaciones continuaron con fuerza, lo cual hizo reaccionar a gobiernos como el inglés y el francés, que hubieron de lamentar...

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