Carta de Beatriz Barros Horcasitas al presidente López Obrador sobre su despido de la CNDH

Estimado Andrés Manuel:

Debo comenzar por contarte, como menciono en mi libro Pese a todo, que "mi vida tomó un nuevo rumbo a partir del tantos años esperado triunfo de Andrés Manuel López Obrador". Por eso mismo, me es difícil describirte el desconcierto, la tristeza e indignación que me causa el trato que he recibido al ser injustificada y groseramente despedida como directora general de Comunicación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, una institución tan noble en la que tuve el privilegio de participar como fundadora.

Cuando Francisco Estrada Correa, actual secretario ejecutivo de la Comisión, me invitó a la CNDH en agosto pasado, recibí el nombramiento respectivo de la presidenta Rosario Piedra Ibarra en persona. Pero ahora, al ser inexplicablemente despedida, no tuve el mismo honor, pues ni Estrada ni la presidenta tuvieron la cortesía de citarme para hablar de mi salida. Es más, ni siquiera una llamada recibí de alguno de ellos y fui "notificada" de mi súbito e inexplicable despido por la titular de Recursos Humanos y la abogada de la institución, como si hubiera yo cometido alguna falta.

Mi despido muestra también la poca importancia que merece a los mencionados contar con una estrategia de comunicación, elemento indispensable en una institución que, por su propia naturaleza, está obligada a informar amplia y debidamente a la ciudadanía.

Mi trayectoria profesional se ha nutrido, sobre todo, de los importantes encargos que la UNAM me hizo en el pasado, desde mi labor al lado del entonces rector Jorge Carpizo en la rectoría universitaria, hasta la dirección de Radio Universidad, donde privilegié, sobre todo, la pluralidad de ideas y el diálogo constructivo. Después, como responsable del área de publicaciones, participé en la fundación de la CNDH al lado también de Jorge Carpizo, cuando con él surgió una institución que ha sido clave en la defensa de los derechos humanos.

Cuando Francisco Estrada me buscó para invitarme a la Comisión, yo tenía el privilegio de...

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