Los Cárteles traban la paz

AutorRafael Croda

MEDELLÍN.- Tatiana Gutiérrez, funcionaria de la gobernación de Antioquia, tiene una tarea monumental: implementar los acuerdos de paz con la antigua guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el departamento (estado) de este país donde más víctimas ha dejado el conflicto armado interno y en el que hay más excombatientes.

Ella, quien como gerente de paz de Antioquia es la encargada de coordinar las acciones institucionales para aplicar en este departamento los acuerdos con las FARC -desde los programas de reintegración hasta la sustitución de cultivos de hoja de coca-, se ha topado con un obstáculo desalentador: los cárteles mexicanos de la droga.

De acuerdo con Gutiérrez, lo que ha ocurrido en Antioquia a casi dos años de la firma de la paz con las FARC es lo que varios expertos en solución de conflictos advirtieron que iba a ocurrir, que los espacios dejados por la guerrilla serían ocupados por actores armados al servicio de los grandes cárteles mexicanos, como el de Sinaloa, el de Jalisco Nueva Generación y Los Zetas.

"Lamentablemente eso pasó aquí -señala Gutiérrez- porque pese a todos los esfuerzos que se han hecho, el Estado no puede sustituir de la noche a la mañana una economía ilegal tan poderosa, como la de la coca, y los territorios que tenían las FARC fueron copados por grupos armados que están financiados por organizaciones mexicanas".

En los hechos esto significa, indica, que los cárteles mexicanos se han convertido "en un factor que desestabiliza los esfuerzos de construcción de paz".

Esta situación se repite en todas las regiones colombianas donde se siembra hoja de coca. Y no sólo porque la oferta institucional y la presencia de la fuerza pública en los territorios abandonados por las FARC resultan insuficientes para llenar los vacíos, sino porque sustituir la economía de la coca requiere eficacia estatal, financiamiento sostenido y una mirada de largo plazo.

El patio trasero del narco

Antioquia, cuya capital es Medellín, la segunda ciudad más importante de Colombia, es una muestra ilustrativa de la disputa que se presenta en este país entre los esfuerzos de consolidación de la paz y el peso de los intereses que hay detrás de la coca y de su economía criminal, de la cual, además de generar enormes rentas a las mafias, dependen 107 mil familias colombianas.

Un informe de inteligencia militar que hace una georreferenciación de la presencia de los cárteles mexicanos de la droga en Antioquia ubica a...

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