Las casas de subasta y los bienes precolombinos

AutorJorge Sánchez Cordero

Christie's, la otra gran casa de subastas londinense, fue fundada ese mismo año por el librero Samuel Baker. Más de dos y medio siglos después, en mayo de 1998, pasó a ser propiedad de la firma Artemis, de François-Henri Pinault, poseedor de la novena fortuna más cuantiosa en Francia. El monto de la transacción sigue sin ser revelado hasta ahora.

La trayectoria comercial de las dos instituciones no ha estado exenta de problemas. Uno de los eventos más lamentables se suscitó en 1973, cuando Christoby's duopoly, como se identifica a ambas, decidió imponerles a los adjudicatarios el 10% del valor de los bienes adquiridos en la plaza de Londres... Ante esta medida, la estupefacción invadió a la Sociedad de Comerciantes de Arte Británicos (SLADA, por sus siglas en inglés) y a la Asociación de Anticuarios Británicos (BADA), que demandaron a Christoby's duopoly (John Fiske).

Sotheby's decidió repetir la medida, pero ahora en los Estados Unidos, en donde determinó que a partir de enero de 1993 se impusiera un cargo de 10% a los adquirentes por los primeros 50 mil dólares de compras, y el 15% sobre las adquisiciones mayores a esa suma. Un mes después la medida fue adoptada también por Christie's. La motivación era evidente; el llamado Christoby's duopoly quería retener parte de las utilidades a los compradores, quienes eran mayoristas.

Alfred Taubman, que en 1983 ya había adquirido Sotheby's, era un inversionista estadunidense con fuertes intereses en el ramo inmobiliario, que fue más allá de la mera imposición de primas de compra en el esquema de comercialización de esta casa de subastas: trató de eliminar a los mayoristas en el piso de remates. De acuerdo con esta lógica, el público adquiriente debería conformarse en mayor medida por detallistas, metodología que fue secundada por Christie's.

Experto en las técnicas de la comercialización, Taubman sabía que los detallistas carecían de pericia, ante lo cual podían ser fácilmente manipulables. La dramatización de las sesiones de subasta contribuía a ello bajo la regla de a mayor drama, mejores precios, de tal manera que en la década de los ochenta las cotizaciones de los bienes subastados se incrementaron en forma notable. Para conservar altos los precios se recurría a adjudicatarios ficticios que impulsaban los precios al alza o posibilitaban el retiro de los lotes para una mejor ocasión.

Los primeros síntomas de putrefacción se manifestaron en 1985, cuando a lord David Bathurst, uno de los directores de Christie's Nueva York, se le retiró la licencia de conducción de subastas por haber falseado la adjudicación de dos cuadros del pintor francés Edgar Degas. El Comisionado para Asuntos del Consumidor, Angelo Aponte, amenazó a la institución con cerrar sus operaciones en la ciudad, lo que la obligó a llegar...

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