El caso Monterrey y las armas de fuego

AutorErnesto Villanueva

Esta tragedia invoca una vez más el fantasma del debate sobre el derecho de posesión y portación de armas de fuego en el país, tema que es objeto de resistencia desde el poder público.

El asunto requiere de un análisis cuidadoso; no el de botepronto, ese que por ignorancia o interés sencillamente llama a prohibir el uso y portación de armas de fuego sin saber -o sin querer saber- que se trata de un derecho fundamental previsto en el artículo 10 de la Constitución.

No hay duda de que el caso del Colegio Americano es lamentable y pone de relieve que se deben llevar a cabo acciones preventivas frente a este escenario. Y si bien a raíz de este terrible incidente ya hay voces que propugnan la restricción constitucional del citado derecho, la solución no es prohibir las armas de fuego porque, como ha sido desde hace varios años, eso equivaldría a dejar a la mayor parte de la población en manos de la delincuencia y

Con mi solidaridad para el doctor José Manuel Lastra ante el ataque del rector de la BUAP de la policía -que parecen uno mismo en este negocio de expoliar a la sociedad- y coloca en estado de indefensión a quienes menos tienen.

La solución no es, en suma, conculcar derechos constitucionales, como lo ha dispuesto el gobierno federal, de la mano del Poder Legislativo, en asuntos que le resultan inmanejables ante su incapacidad para gobernar. Tal es el caso de las reformas que impulsa para restringir las libertades de prensa y de manifestación -con el pretexto de que busca así garantizar la seguridad interna-, así como para legitimar la intervención del Ejército en tareas de seguridad pública.

El joven agresor -de quien el gobierno estatal asegura que tenía trastornos de la personalidad- usó un arma calibre .22 -también según las mismas autoridades-; es el calibre más bajo que existe pero aun así puede ser mortal. Como es obvio, esa pistola se usó para propósitos ajenos a los previstos en la Constitución, pues lo que la ley defiende es la posesión y portación de armas de fuego para la legítima defensa: la integridad personal y la protección del patrimonio de las personas, no para delinquir.

Según los reportes del caso, el arma que usó el muchacho estaba registrada a nombre de su padre, que la usaba con fines cinegéticos junto con otras. De ahí el acceso y el conocimiento del joven respecto del manejo de esa arma de fuego.

Diferenciemos dos aspectos: Lo que ocurrió en el Colegio Americano, muy grave y lamentable, fue la dramática...

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