Sin castigo

La pérdida fue dolorosa para la familia Gebara Farah, pero su pesadumbre quedó a un lado al aflorar resentimientos. Mauricio Gebara y Lisett Farah abandonaron la casa de arraigo de la Procuraduría Mexiquense por separado.

Velaron a Paulette por separado y comenzaron la disputa por la custodia de Lisette, su hija mayor.

Todos olvidaron a Érika y Martha Casimiro, las nanas, que consideraban a Paulette como su hija. Ellas la bañaban, le daban de comer y la peinaban a diario.

"Era como una hija porque realmente era hacerle todo, ayudarle a bañarla, a que comiera, a vestirla, peinarla", comentaron.

Buscaban la manera de salir adelante de esa pesadilla.

Las luchas de la familia Gebara Farah y de las nanas no era la única que se libraba a principios de abril de 2010.

La Procuraduría había dado un traspié del que no sabía cómo salir. Pero si esa pifia fue condenada por especialistas, el siguiente paso fue la cereza en el pastel: acusó al padre, Mauricio, por la posible muerte de la pequeña.

"Los padres están como indiciados, las cuidadoras como testigos", dijeron en la Procuraduría.

Al ver hacia dónde se dirigían las investigaciones, el representante legal de las nanas pidió un amparo para que no las acusaran a ellas de la muerte de la nena.

"El fiscal especial me dice que están realizando pruebas toxicológicas, psiquiátricas, de polígrafo. Todo lo que hicieron la semana de arraigo lo están aplicando otra vez hoy y de forma exhaustiva", dijo Salvador Cuevas, primo y defensor de las cuidadoras.

A estas fallas se sumó la falta de una reconstrucción de hechos de lo que vivió en las últimas horas Paulette. 26 días de su desaparición, las autoridades ministeriales realizaron una reconstrucción del caso, en el que participaron los papás y las nanas de la nena.

Las diligencias sólo dejaron en claro que todo era confuso.

Además, la necropsia practicada a la pequeña reveló que la asfixia mecánica le causó la muerte y que fue provocada por la posición en la que se encontró el cuerpo. No había homicidio, al menos para los peritos.

Para mediados de abril, los investigadores no sabían qué rumbo tomar y vieron una posibilidad de salir del apuro. Pidieron ayuda a la Procuraduría General de la República, a la Universidad Autónoma del Estado de México y hasta al FBI en Estados Unidos para que aclararan qué le pasó a Paulette.

Las conclusiones de las tres instituciones fueron similares: no hay pruebas de un homicidio.

Así, el 21 de mayo, 51 días después, la...

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