Centena de estupefacción

AutorSamuel Máynez Champion

Así pues, apelando a lo que compete a esta columna, hemos de abocarnos a señalar algunos de esos desconciertos y, por supuesto, ilustraremos desatinos e incongruencias. Ciertamente, será fundamental recordar que la función de la música de concierto en las grandes revoluciones sociales de la historia reciente ha sido siempre primordial. A través de ella, queda de manifiesto que no puede haber una transformación de fondo si no se considera, con la misma urgencia que el combate a la corrupción, la violencia y la miseria, la indigencia espiritual y la pobreza educativa en la que vive sumida la mayoría de los mexicanos; aunque incluso podríamos aseverar que son la totalidad, pues las clases "privilegiadas" también padecen de una incultura galopante, la misma que los hace anhelar lo vano y lo superfluo como insumos del "buen vivir".

¿Queremos empezar por el derroche o mejor damos un voto de confianza a lo que no acabamos de entender, pese a que asumimos que es parte de la ruta gubernamental prevista? Iniciemos por lo segundo, ya que es de caballeros mencionar en primer término aquello que merece reconocimiento.

A la manera de un ubicuo director de orquesta, el ciudadano presidente se sube a los escenarios haciendo patente que blande una batuta visible en los principales ámbitos patrios. Cómo no felicitarlo por el ejercicio cotidiano de abrir un espacio inédito donde periodistas y comunicadores puedan interpelarlo. Cómo no congratularse con él al dedicarse con ahínco a establecer una política de austeridad que acabe con la sangría a la que ha estado sometida la nación, a manos de políticos corruptos, empresarios ávidos y demás vividores del erario...

Es motivo de regocijo enterarnos de los millones de pesos que se están ahorrando y cómo se han abatido muchos símbolos del poder mal habido. Que las insultantes residencias del Ejecutivo se destinen a espacios para la cultura y el arte sólo puede ser loado, al igual que la seriedad con la que se está considerando el respeto a la diversidad, a las culturas originarias y a sus lenguas. Asimismo, sería laudable la decisión de someter a plebiscitos las grandes obras, a pesar de que se han impugnado los modos y se vale sumar hurras, tanto por la regeneración de una Fiscalía General de la República que intentará impartir justicia, ahora sí, con la venda de la equidad puesta, como por la de ponerle un tope a los salarios de los trabajadores del Estado. Del mismo modo, es encomiable que se recorten...

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