Los Chalecos Amarillos buscan las urnas

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Es cada vez más difícil comprender en su totalidad el movimiento de los Chalecos Amarillos, que celebró sus tres meses de existencia el pasado sábado 16 con marchas en toda Francia y hasta con brotes de violencia, algunos muy inquietantes.

Esa revuelta fiscal y a favor de aumentar el poder adquisitivo, iniciada el 17 de noviembre de 2018 por miles de franceses de provincia que se definieron como "los olvidados de la República", degenera sábado tras sábado en una cita de corrientes extremistas que infiltran las movilizaciones ciudadanas.

Semejante viraje de las protestas iniciales fue patente el sábado 16 en Lyon, donde los policías fueron atacados, y en la ciudad de Le Mans, donde manifestantes asaltaron y saquearon la oficina del diputado de La República en Marcha, partido del presidente Emmanuel Macron.

Fueron, sin embargo, las agresiones antisemitas contra el filósofo Alain Fin-kielkraut las que más impacto causaron en Francia.

Calificado de "neorreaccionario" por sus detractores, Finkielkraut reivindica su apoyo incondicional al Estado de Israel y se muestra cada vez más seducido por el Gran Reemplazamiento, teoría de la ultraderecha según la cual hay un proceso de sustitución de la población europea de "pura cepa" y raíces cristianas por otra oriunda del Magreb y del África musulmana, que estaría actualmente en marcha en Francia.

El sábado 16 un grupo de manifestantes iracundos que usaban chalecos amarillos rodeó a Finkielkraut cerca de su domicilio parisino y lo llamaron "gran mierda sionista". Uno le gritó: "¡Estás lleno de odio. Te vas a morir e irás al infierno!", mientras otros aullaban: "¡Somos el pueblo!", "¡Regrésate a Israel!" y "¡On est chez nous!" (Francia es nuestra casa), lema de Marine Le Pen.

Quienes no gritaban observaban impasibles la escena; muchos la grababan (el video se hizo viral en internet). Sólo un chaleco amarillo se acercó a Finkielkraut para protegerlo de una inminente agresión física.

Ese incidente dramático, condenado por toda la clase política francesa, es muy revelador de la complejidad del movimiento de los Chalecos Amarillos: una galaxia de grupos locales de protesta que nacieron en internet, se comunican vía las redes sociales, reivindican una horizontalidad total -en oposición a "la verticalidad antidemocrática de los partidos políticos, los sindicatos y del sistema republicano en general", según afirman- y se desatan contra quienes se improvisan como voceros de las protestas o son...

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