Chalecos Amarillos. El incendio aún no se apaga

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Fuertes disensiones entre "moderados" y "radicalizados". Rechazo a la violencia. Miedo a la represión policiaca. Agotamiento físico después de cinco semanas de piquetes en glorietas, peajes de autopistas, refinerías o centros comerciales. Tregua navideña... Múltiples son los factores que explican la baja movilización de los Chalecos Amarillos en el Acto V de su protesta, el pasado sábado 15.

Ese día ningún conato de guerrilla urbana sacudió París ni las ciudades de provincia, al contrario de lo que había sucedido el 24 de noviembre y los pasados sábados 1 y 8. Según datos oficiales -los únicos disponibles-, sólo 66 mil activistas marcharon en todo el país, cifra muy inferior a los 380 mil del inicio de la revuelta.

¿Esta insurrección 2.0 se estaría apagando tan repentinamente como surgió? Nadie se atreve a pensarlo en Francia, ni siquiera los más ardientes detractores de este movimiento polifacético que sigue hasta ahora sin representante ni líder y cuya identidad continúa siendo difícil de aprehender, ya que oscila entre claras características populistas y aspiraciones auténticamente democráticas.

Es imposible saber lo que está planeando la llamada "ala radical" de los Chalecos Amarillos. Algunos hablan de un Acto VI que se "celebrará" el sábado 22 en Versalles, "ciudad real" altamente simbólica -donde se inició la Revolución Francesa en mayo de 1789-, o el lunes 31 en los Campos Elíseos. Hay también proyectos de un Acto VI sin fecha definida, durante el cual se instalarán piquetes en puntos fronterizos para impedir el tránsito de camiones de transporte internacional de mercancías.

El movimiento es tan imprevisible e invertebrado que es difícil saber si los "radicalizados" tienen más poder de convocatoria que los "moderados".

Pase lo que pase, todo el mundo -los mismos Chalecos Amarillos, los "expertos" de toda índole que buscan entenderlos y los políticos- subraya la evolución rápida de su movimiento y de sus reivindicaciones.

El punto de partida de la protesta fue meramente fiscal: movilizados mediante las redes sociales, miles de franceses de clase media empobrecida y de clases populares de provincia -que inevitablemente deben desplazarse en auto por falta de transporte público adecuado- se levantaron el pasado 17 de noviembre contra el alza al impuesto "ecológico" sobre los carburantes, prevista para aplicarse el 1 de enero de 2019.

El presidente, Emmanuel Macron, y su primer ministro, Édouard Philippe, los desoyeron. Empezó...

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