Chapado a la antigua

"Yo soy médico, como dicen, chapado a la antigua, así me gusta ser y así me voy a morir", fue la forma en que llegó a describirse el doctor Mario Rivas Souza, quien ayer falleció a sus 92 años.

Su nombre completo era Jesús Mario Rivas y Souza, y quedará siempre ligado a la medicina forense y a su desarrollo en Jalisco, pues a ella le dedicó 65 años de su vida.

De acuerdo con los informes oficiales, la muerte se registró a las 13:01 horas en su domicilio particular, en Zapopan, por causas naturales.

Tenía un cargo honorífico en la dirección del Servicio Médico Forense (Semefo) y acudía esporádicamente.

Nació el 10 de mayo de 1926 en Guadalajara, aunque su infancia la vivió en un racho de su familia en el Municipio de La Barca, San Antonio de los Rivas, de donde eran sus padres.

Llegó a la medicina inspirado por su hermano Carlos, lo presumía con frecuencia, a quien vio estudiar esa misma carrera, y por quien ingresó a la facultad de la Universidad de Guadalajara en 1946, de donde se graduó en 1952. En su memoria quedó grabado el 20 de diciembre de este último año, cuando obtuvo su grado como médico, y el 1 de marzo de 1953, cuando fue invitado por el doctor Miguel Quezada Ochoa a trabajar en el Departamento de Medicina Legal en el Supremo Tribunal de Justicia.

Ese año comenzó su extensa trayectoria, que quedó plasmada en múltiples reconocimientos en los muros de su oficina, en una unidad de Servicios Médicos en Guadalajara, un hospital y un auditorio con su nombre, pero sobre todo en el afecto y respeto de quienes lo conocieron.

El Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Guadalajara, la presea Enrique Díaz de León al Mérito Académico, la Medalla de Ciencias Forenses por antigüedad, y la Medalla al Mérito Francisco Javier Clavijero, por parte del ITESO, estuvieron entre los reconocimientos otorgados.

Su historia también queda en los libros en los que registraba cada una de las cerca de 132 mil autopsias que practicó a lo largo de su carrera, según le gustaba presumir, cuando retaba a los entrevistadores a que le dijeran un nombre y él le detallaría el caso.

En lo personal, al doctor Rivas le gustaba el basquetbol, que practicó durante su juventud, favorecido por su 1.90 de estatura. A causa de su vida longeva y por ver a las nuevas generaciones, él se consideraba chapado a la antigua, debido a su honestidad.

"Un día me preguntó un...

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