"Cien años de soledad" Un suceso que no cesa

AutorRafael Croda

BOGOTÁ.- Veinte años antes de que se publicara Cien años de soledad, un escritor colombiano, Eduardo Zalamea Borda, había visto en Gabriel García Márquez a un "genio de la literatura".

Fue el sábado 13 de septiembre de 1947 cuando Gabo -como lo conoce todo Colombia- era un estudiante de derecho de 20 años y Zalamea Borda editaba el suplemento Fin de semana del diario El Espectador. Ese día el suplemento desplegó a toda página el cuento de García Márquez "La tercera resignación", lo que marcó el debut del incipiente escritor en los medios impresos.

El relato, sobre un niño que muere y sigue creciendo en un ataúd de adulto que le mandó a hacer su madre, fue escrito por el joven García Márquez en medio de la indignación que le causó una nota de Zalamea Borda. En ella, el editor afirmaba que las nuevas generaciones de escritores colombianos "no ofrecían nada" y que no veía "por ninguna parte un nuevo cuentista ni un nuevo novelista".

Según recordó García Márquez en una conferencia en Caracas, el 3 de mayo de 1970, Zalamea Borda no sólo publicó el cuento, sino que lo acompañó con una nota en la que reconocía que se había equivocado, porque "con ese cuento surgía el genio de la literatura colombiana o algo parecido".

El estudiante de derecho pensó: "¡En qué lío me he metido! ¿Y ahora qué hago para no hacer quedar mal a Eduardo Zalamea Borda? Seguir escribiendo, era la respuesta".

El periodista y editor de Fin de semana murió en 1963, cuando Gabo ya había publicado las novelas La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora, así como el libro de cuentos Los funerales de la Mamá Grande. Pero apenas estaba imaginando Cien años de soledad, su obra maestra.

Desde que tenía 19 años, meses antes de que publicaran su cuento "La tercera resignación" en El Espectador, el estudiante de leyes ya sabía que quería ser escritor y comenzó a pensar en Cien años de soledad, aunque en ese entonces no tenía ni idea del título.

En 1965, a los 38 años, García Márquez viajaba en su automóvil -con su esposa, Mercedes, y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo-de la Ciudad de México a Acapulco, cuando de pronto algo lo sacudió.

En ese momento, relató años después, "me sentí fulminado por un cataclismo del alma tan intenso y arrasador, que apenas sí logré eludir una vaca que se atravesó en la carretera".

A su amigo, el periodista y escritor Pli-nio Apuleyo Mendoza, le dijo que en ese instante dio la vuelta y regresó a la Ciudad de México para comenzar a escribir la...

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