El Ciudadano / La permisibilidad de la simulación

Con sobrada razón la atención internacional se encuentra depositada en estos momentos en el conflicto bélico que se desarrolla en el Golfo Pérsico, pero no sólo porque implica la confrontación entre potencias militares con perspectivas del mundo completamente distintas, sino porque mantiene una estrecha y peculiar conexión con un fenómeno político doméstico de uno de los países en conflicto.

En efecto, para todo el mundo es transparente que el inicio del bombardeo sobre Irak coincide con el debate en el Congreso Norteamericano sobre el impeachment o juicio político al presidente William Clinton, debate que había sido agendado con bastante anterioridad por los representantes populares de aquel país, haciéndose pública la fecha del mismo. Al relacionar los dos fenómenos, el debate del Congreso y el bombardeo sobre Irak, surge una lectura política en extremo interesante que arroja dos conclusiones importantes.

Por un lado, parece obvio que el presidente norteamericano ha visto en el conflicto bélico un medio fabuloso para distraer la atención de su pueblo y de los representantes populares respecto del asunto de su enjuiciamiento político, contando con la certeza de que la demora en el debate por unas semanas dificultaría aun más la posibilidad del juicio, toda vez que en los primeros días de enero se releva la Cámara Baja del Congreso Norteamericano como consecuencia de las recientes elecciones en Estados Unidos.

Pero por el otro lado, es evidente que Saddam Husein estaba al tanto del inminente juicio político al presidente Clinton, y junto con ello sabía de la enorme probabilidad que existe para que este sea destituido de su cargo público. Esta previsión seguramente lo...

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