Civiles sirios, entre la espada y la frontera

AutorTémoris Grecko

Aunque las sirenas antiaéreas sonaron en algunas poblaciones, nadie cree que el caza tuviera intenciones de atacar en Israel: la nave participaba en operaciones de bombardeo contra fuerzas del Estado Islámico en el lado sirio (esa organización lanzó dos cohetes en dirección a Israel, lo que provocó un bombardeo de represalia el miércoles 25). Los mandos israelíes, sin embargo, tomaron la decisión de derribar la nave.

Es una evidencia no sólo de que los combates de la guerra siria están llegando más cerca de territorio israelí de lo que el gobierno de Benjamín Netanyahu está dispuesto a permitir; también es una muestra de su disposición a dar los golpes que crea necesarios para mantenerlos lejos; y además, confirma que el régimen sirio está muy por debajo del israelí en capacidad militar.

Más allá de la espectacularidad bélica, este punto de conflicto acarrea una crisis humanitaria focalizada, parte de la que sacude a toda Siria.

La operación del ejército de Bashar al Assad para reconquistar el suroeste del país avanza a ritmo veloz. Entre los pocos obstáculos que enfrenta, sin embargo, está el de unas 300 mil personas -según los cálculos de los organismos humanitarios-que tratan de huir para evitar los combates y las represalias de las fuerzas gubernamentales. Su ruta de escape, sin embargo, se ve cortada de manera insalvable: la ofensiva los arroja contra la frontera más impermeable de la región: la de los Altos del Golán. Del otro lado ondea la bandera con la estrella de David. Están atrapados entre la espada e Israel.

La provincia de Daraa -punto de inicio de las manifestaciones pacíficas de marzo de 2011, que fueron reprimidas sangrientamente por el gobierno sirio y dieron pie a la revolución- ha sido capturada casi por completo por el ejército de Siria y las fuerzas extranjeras que lo apoyan: rusas, iraníes y milicias chiitas leales a Teherán.

La última provincia faltante es Quneitra, donde resisten miembros de varias organizaciones rebeldes, en una delgada franja a lo largo de la frontera con el Golán (territorio sirio ocupado por Israel desde 1967), y unos mil 200 combatientes del Estado Islámico, en Nawa, un bolsón pocos kilómetros al sur.

En su huida, decenas de miles de civiles se han apretujado frente a las vallas del Golán desde las que vigilan las tropas israelíes, bajo la creencia de que el gobierno de Assad evitará provocar a ese ejército con el que ha mantenido la paz durante 50 años, con enfrentamientos esporádicos que...

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