"Clímax"

AutorJavier Betancourt

Fiel a su fama de provocador, el argentino emigrado a Francia, Gaspar Noé, organiza un reventón con bailarines no actores para experimentar con cuerpos y emociones en estados alterados de conciencia. Clímax (Bélgica-Francia, 2018) funciona como un laboratorio donde los tubos de ensayo son cuerpos sometidos a extremos de placer y dolor; en vez de una pareja, como en sus cintas anteriores, un grupo de incautos se somete al efecto de una sustancia que funciona como droga de la verdad, y si ya de por sí la situación a dos era insoportable, en conjunto se convierte en infierno.

A la manera de Godard, Clímax desarticula el lenguaje cinematográfico para proponer una nueva gramática, donde las frases funcionan como espacios; lo actores se presentan, uno por uno, hablando de sí mismos en una pantalla de T.V. antigua encuadrada con copias de VHS que anuncian gustos e influencias, mirada de coleccionista, del director, especie de claves que van resonar a lo largo de la trama; Harakiri, Taxi driver, Saló (Passolini), Un perro andaluz, clásicos de cine con catarsis sangrientas.

En su estructura, Clímax se mira como una coreografía que va del orden al caos, con una transición, o pas de deux, que permite conocer a los personajes en parejas y en tríos, sus motivaciones y miedos; la danza incluye a la cámara que por momentos flota en picada, baila sin un eje claro, y termina por concentrar su movimiento a medida que personajes y situaciones se condensan. Los bailarines de Clímax practican el llamado electro crump, danza callejera vigorosa y apasionada. La idea que flota...

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