El códice más enigmático del orbe y su sinfonía (III final)

AutorSamuel Máynez Champion

Se asentó, pues, que la investigadora estadunidense Edith Sherwood ha estudiado durante varios lustros el manuscrito, y que en los ensayos que lleva publicados ha consignado sus notables hallazgos.(1) Todos ellos apuntan a que el elusivo autor se trató, nada menos, que de Leonardo da Vinci cuando era un niño de 8 o 10 años. Ya se dijo que la doctora Sherwood, asimismo una tenaz estudiosa de la obra del genio toscano, se percató de la semejanza de las caligrafías. Llevando más a fondo la premisa, cayó en la cuenta que el indescifrable texto parece haberse formado por anagramas compuestos mediante letras inventadas por el precoz artista. Sherwood sugiere que el invento de las letras pudo proceder de la imitación de los adornos caligráficos que utilizaba el padre de Leonardo, cuya profesión era la de notario y escribano.

Habría que considerar, en aras de validar la teoría de la investigadora, que ya desde la Edad Media el uso de los anagramas era muy socorrido, especialmente por los científicos, quienes estaban sujetos a una feroz labor inquisitorial por parte de la Iglesia. De ahí que los emplearan para tratar de ocultar sus "heréticos" escritos. Galileo, por ejemplo, registró su descubrimiento de las fases de Venus recurriendo a la forma de anagrama.

Sin embargo, la revelación más asombrosa -y quizá la más concluyente- se encuentra en el folio 70v. En él está representada una rueda zodiacal en la que cada signo está ocupado únicamente por mujeres encintas, salvo una. La única que ya parió corresponde a la del signo de Aries y, curiosamente, el Carnero o Ariete es la figura central de la rueda. Para reforzar el mensaje, está consignada la posición de las estrellas en la noche -entre las 9 y las 12 pm-de un 15 de abril, fecha y hora aproximada del nacimiento de Leonardo en 1452. Y eso no es todo, de hecho aquí viene lo crucial: entre las patas del Ariete puede leerse claramente odranoiL; así, en caracteres latinos escritos por un zurdo, con una "i" en lugar de la "e", que es como a menudo se firmaba.

Huelga recalcar que de verificarse la autoría leonardesca, muchas de las incógnitas se despejarían de inmediato. Para empezar, la calidad de las ilustraciones que, procediendo de manos de un adulto serían mediocres, siendo obra de un niño genial, resultarían convincentes y, por supuesto, inmensamente conmovedoras. Se trataría de los primeros dibujos de un infante súper dotado que está descubriendo el mundo y que lo que ve a su alrededor lo cautiva...

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