Colombia: Reportear con guardaespaldas

AutorRafael Croda

BOGOTÁ.- Para la periodista colombiana Jineth Bedoya el futuro no existe. Se acabó el día de su secuestro. Permaneció 16 horas en manos de tres paramilitares entrenados para matar a fuego lento y puede recordar cada minuto: los golpes, la tortura, las ropas desgarradas, el cañón de un arma hundido en su sien y sobre todo el ultraje sexual. Convencida de que su vida nunca sería la misma, Jineth decidió aprovechar su condición de reportera del diario El Tiempo y la visibilidad de esa tribuna para convertir su drama en una causa contra la impunidad que caracteriza a los victimarios del conflicto armado colombiano y el cual tiene en la violencia sexual contra la mujer una de sus expresiones más ruines.

Según la periodista, tras sobrevivir a la tragedia sigue siendo objetivo de sus enemigos agazapados en la maraña mafiosa de las bandas criminales -resabios del pa-ramilitarismo- y en los sótanos de los organismos de seguridad del Estado.

Cada día, al salir de su casa piensa que puede morir. Suele despedirse de su mamá, doña Nelly, con un beso y un abrazo. No da un paso sin compañía fuera del edificio donde vive. Siempre sale rodeada de escoltas con armamento de guerra, chalecos antibalas y vehículos blindados, pero ella sabe que aún en medio de ese esquema de seguridad proporcionado por la Unidad Nacional de Protección (UNP), las balas la pueden alcanzar.

-Para mí el futuro no existe -afirma Jineth a Proceso-. En cualquier momento me pueden matar. Mi nivel de riesgo es muy alto.

Con esa certeza la reportera acabó por tragarse el miedo y apostó por aprovechar al máximo cada día. Viaja por el país y el extranjero para hablar por las víctimas de la violencia sexual en Colombia.

Según un estudio de las ONG Oxfam, Casa de la Mujer y el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, 94 mil mujeres han sido violadas en Colombia en medio del conflicto armado y otras 50 mil han tenido un embarazo o un aborto forzado. La impunidad en estos casos es de 100%.

Bedoya es líder de la campaña nacional "No es hora de callar", mediante la cual promueve que las mujeres víctimas de abusos denuncien los hechos.

En 2000, Bedoya era reportera del diario El Espectador, cuyas investigaciones sobre el crimen y la guerra solían provocar la ira de los más connotados asesinos de la época, entre quienes destacaban los hermanos Carlos y Vicente Castaño, máximos comandantes de las paramilitares y ultraderechistas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y responsables de decenas de matanzas de civiles y de ejecuciones de dirigentes sociales.

La reportera había construido una red de fuentes en la cárcel La Modelo de Bogotá. La tarde del jueves 27 de abril de 2000 ese penal fue un campo de batalla. Decenas de paramilitares armados con granadas y...

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