Comedia política / Fuchi, guácala...

Ayer por la mañana salí a trabajar y cuando iba por la calle, llegaron dos tipos en moto. De inmediato lo supe: "me van a asaltar". Pero esta vez en lugar de resignarme a ser víctima de la delincuencia, me puse bravo y les dije: "¡Fuchi, guácala! ¡Piensen en sus mamacitas!". Los ladrones bajaron las armas, me pidieron una disculpa y hasta me regalaron una manzana. Nos abrazamos y fuimos felices, muy felices. Gracias, López Obrador, hiciste el milagro.

Primero me dio risa, pero luego me dieron ganas de llorar cuando escuché al amado líder cabecita de algodón decir que su estrategia contra la delincuencia y el crimen organizado es pedirle a los malosos: "¡Pórtense bien!". Según el presidente, los delincuentes deben de dejar de cometer asesinatos, extorsiones y secuestros, así como dejar de traficar drogas y robar combustible, por una sencilla razón: para que sus madrecitas no sufran. "Piensen en sus mamacitas", dijo López Obrador y lo peor es que no estaba bromeando. Quisiera pensar que estaba borracho o pacheco, pero creo que tampoco se trataba de eso. Es decir, la cosa está del carajo: realmente el Jefe del Ejecutivo cree que dándoles un sermón, los criminales se reformarán.

A veces pienso (sí, suena difícil de creer, pero en serio a veces pienso), que en lugar de Presidente de la República tenemos al Pastor de la República, pues AMLO quiere solucionar los problemas del país con moral, con sermones y con parábolas. Y no es que esté mal que crea en Dios, pero si no va a hacer milagros, pues mejor que se ponga a trabajar en lugar de estar rezando.

Si López Obrador cree que con las madrecitas va a resolver la delincuencia, tal vez es hora de crear un nuevo regimiento dentro...

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