La comedia política / Trabajar es pecado

El otro día me dijo mi jefe:

-Hoy es el cuarto día que llegas tarde en la semana. ¿No te dice nada eso?

-Sí... ¡Que mañana es viernes!!!

Antes de que termine el fin de semana es muy probable que quede aprobada la reforma laboral. O mejor dicho una versión light de la iniciativa enviada por el Presidente Felipe Calderón a la Cámara de Diputados. No sé a ti, pero a mí me resulta absurdo que las leyes sobre el trabajo estén en manos de 500 diputados que no saben lo que es trabajar, no tienen idea de lo que es ganarse el dinero. Los políticos en México no trabajan y ellos son los que van a decidir sobre el futuro de los trabajadores. ¡Vaya absurdo! El colmo del asunto es que unos y otros -panistas, perredistas y priistas- mienten, se atacan, engañan y se proclaman como los auténticos defensores de la clase trabajadora cuando, en realidad, sólo piensan en sus intereses. Uno de los mejores ejemplos sobre los mitos en torno a la reforma laboral es la cantaleta (sobre todo de la izquierda y especialmente de los lopezobradoristas) de que al aprobarse el trabajo por horas, las empresas pagarán 7 pesos por hora. ¡¡¡Siete pesos por hora!!! Sin duda es un atraco al trabajador, una mentada para la lucha obrera, una patada en los destos para las conquistas laborales, una... ¡espera! ¿Dónde dice que eso es lo que recibirán de sueldo los trabajadores? Mmmm... No, aquí no lo dice. Aquí tampoco. Ni siquiera está en la letra chiquita. ¡Ah, caray! ¡Exacto! En ningún lado de la reforma dice que se pagarán 7 pesos por hora. ¡¡¡Es una mentira!!! La cifra salió de dividir el salario mínimo diario (56 pesos) entre las 8 horas de la jornada laboral. Aritmética simple, pero mentirosa. En realidad, la ley desde antes de la reforma es muy clara: el salario mínimo es lo menos que puede recibir un trabajador por una jornada de trabajo. Es decir, esos 56 pesos son por 8 o por 4 o por 2 horas. Es la ley. Quien inventó eso de los 7 pesos por hora fue un paranoico igualito a la señora que iba viajando en un avión y, de pronto, asustada fue a ver al capitán y le preguntó:

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