Conciencia acuática

AutorSamuel Máynez Champion

Como una reacción obligada de nuestra propia conciencia editorial, nos sumamos a la celebración con los elementos que nos son afines -las músicas de concierto que glosan, festejan o nacen a partir del agua-, esperando que la iniciativa cobre más fuerza en nuestro país, donde la irracionalidad impera en el manejo del agua y donde su escasez tiene ya visos de emergencia nacional. Con esto en mente, no sobra citar algunos de los datos que proporciona la ONU para publicitar su campaña planetaria:

Más de 663 millones de personas carecen de suministro de agua potable, viéndose obligadas a trasladarse a fuentes lejanas, así como a enfrentar problemas de salud por beber agua contaminada. Más del 80% de las aguas residuales del planeta torna a los ecosistemas sin ser tratada ni reciclada.

1800 millones de personas usan una fuente de agua contaminada por material fecal, poniéndolas en riesgo de contraer cólera, disentería, tifus o polio. El agua sucia y malas infraestructuras sanitarias, causan 842 000 ca. de muertes al año.

Las oportunidades de explotar las aguas residuales como recurso son enormes. El agua tratada es una fuente sostenible y asequible de agua y energía.

Vayamos pues a lo que nos atañe, haciendo la aclaración de que ya en otra oportunidad nos acercamos a este tema (Proceso, 1641) y que aquella vez escribimos sobre las obras más emblemáticas al respecto. La Música acuática de Hándel, Las Fuentes de Roma de Respighi, los Juegos de agua de la Villa dEste de Liszt, los Juegos de agua de Ravel, el Mar de Debus-sy, el Moldava de Smetana y el Danubio azul de Strauss fueron las partituras elegidas junto a los valses mexicanos En alta mar de Abundio Martínez y Sobre las olas de Juventino Rosas. Ahondaremos ahora en el repertorio acuático sin soslayar las cualidades evocativas y, por supuesto, la distintiva calidad de su factura.

El puerto de Hamburgo y sus mareas. Con este escenario a la vista, Georg Philipp Tele-mann (1681 -1767) le dio vuelo a su inventiva para crear otra Música acuática -Wassermu-sik- en 1723, seis años después de la hánde-liana. El encargo provino del Almirantazgo de Hamburgo, que cumplía una centuria de vida y quería echar la casa por la ventana para su festejo. Telemann, a quien se considera como el compositor más prolífico de la historia-su catálogo alcanza las 3 mil composiciones-, no tuvo reticencias, ya que al tiempo de satisfacer a los marinos podía rendirle un homenaje personal al río Elba (Telemann transcurrió su...

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