La condena a los soberanistas hizo arder Cataluña

AutorAlejandro Gutiérrez

MADRID.- España inicia campaña para acudir a las urnas el 10 de noviembre, en lo que serán las cuartas elecciones generales en cuatro años -dos de ellas en 2019- producto de la fragmentación del voto y de la falta de acuerdos entre los partidos para formar gobierno, siguiendo con la ruta de inestabilidad política que vive el país desde 2015.

Pero como si hiciera falta tensar aún más las cuerdas, la campaña coincide con las protestas y los altercados violentos que han tenido lugar en Cataluña contra el veredicto del Tribunal Supremo, que condenó por sedición, malversación y desobediencia a los líderes que promovieron las leyes de "desconexión" y el referéndum soberanista del 1 de octubre de 2017 (1-0).

El lunes 14, el Tribunal Supremo no sólo emitió la sentencia más importante de la historia reciente de España, al condenar a penas de entre nueve y 13 años de prisión a nueve de esos 12 líderes catalanes, sino que regresó al terreno de la política este conñicto -eminentemente político-, que el anterior gobierno, del conservador Mariano Rajoy, pretendió resolver con policías y tribunales.

El fallo da por probada la existencia de violencia en Cataluña, pero no para tipificarla como rebelión sino como sedición, porque no fue una "violencia instrumental, funcional, preordenada de forma directa a los fines que animan la acción de los rebeldes".

El tribunal argumenta que los condenados ni siquiera buscaban el referéndum "para separar Cataluña del resto de España", sino para "presionar al gobierno central para negociar una consulta legal" utilizando a "ilusionados ciudadanos" a los que vendieron el "señuelo" de que se pondría en marcha la república catalana el 1-0.

Asimismo, los magistrados echan por tierra el argumento de los independentis-tas del "derecho a decidir", al sostener que ni en la legislación española ni en ninguna europea se prevé ese derecho; por el contrario, es preponderante la idea de la unidad de las naciones. Y descarta que se haya enjuiciado a los condenados por sus ideas políticas, sino por hechos punibles.

El mismo lunes 14, las calles en Cataluña respondieron: Tsunami Democrátic, una plataforma de movilización, sin lide-razgo aparente, llamó a colapsar la actividad del aeropuerto barcelonés de El Prat, emulando las protestas en Hong Kong.

Con unos 200 mil afiliados, Tsunami emitió un comunicado leído por Pep Guar-diola, en el que el entrenador del Manches-ter City critica la sentencia por considerar que "España vive una deriva autoritaria" y demanda que el país se siente a hablar del tema catalán.

Los días posteriores Tsunami y los au-tollamados Comités de Defensa de la República, otro tejido de asambleas organizadas a nivel de barrios en Barcelona y otras localidades, vinculadas a la izquierda anticapitalista, iniciaron una escalada de concentraciones, manifestaciones, protestas frente a oficinas públicas y corte en el funcionamiento de la red de trenes, en la circulación de calles y de carreteras.

El gobierno central informó que al final de las protestas pacíficas estaban actuando grupos antisistema de fuera de Cataluña, mezclados con los...

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