Condenar sin ambivalencias

AutorOlga Pellicer

Sin embargo, ante la resistencia del Congreso estadunidense para aprobar el presupuesto que requiere el mencionado muro, así como la poca disposición de los demócratas para aprobar un proyecto de ley migratoria altamente restrictiva que les presentó Trump, éste decidió dar un paso adicional. Su llamada política de "tolerancia cero" contempló una medida nunca vista antes en los esfuerzos para detener la migración a Estados Unidos: separar a los hijos de sus padres.

La medida se cumplió sin consideración a sentimientos humanitarios. Mientras los padres fueron llevados a diversos centros de detención, los niños -algunos en su primera infancia y literalmente arrancados de manos de sus padres- fueron llevados a albergues en condiciones deplorables: algunas tiendas de campaña o jaulas levantadas en almacenes abandonados. La comunicación entre padres e hijos se suspendió. No se llevó a cabo un control riguroso de hacia dónde se dirigió a unos y otros. El reencuentro, por lo tanto, será complicado; algunos se preguntan si será posible que no ocurra.

Esta acción tan cruel y contraria a los principios elementales de derechos humanos produjo una reacción airada en contra, principalmente dentro de Estados Unidos. Las críticas desde el Congreso en las filas demócratas, pero también republicanas, se hicieron sentir. Ha tenido una gran difusión el vehemente discurso del representante por Maryland, Elijah Cum-mings, gran orador que exigió suspender políticas que no reflejan el sentir del pueblo estadunidense.

Los voceros de Trump respondieron con señalamientos tan condenables como expresar que, con esas medidas, se busca "disuadir a futuros migrantes que pretendan entrar a Estados Unidos violando la ley". El descontento ante tales declaraciones subió tanto de tono que Trump se vio obligado a modificar la orden ejecutiva, eliminando la separación de familias, aunque manteniendo la incertidumbre sobre el tiempo que puede durar la detención de las mismas.

En ese contexto, la posición del gobierno mexicano era esperada con atención. Se trata de un problema que ocurre en su frontera, con enorme potencial de lastimar a ciudadanos mexicanos y que da un claro mensaje de la enorme hostilidad con que Trump contempla problemas que llegan desde la frontera sur. Por ello, fue sorprendente el tiempo que tomó el canciller Luis Videgaray para expresar una posición y -cuando lo hizo- la ambivalencia de algunas de sus declaraciones.

No fue sino hasta el martes 19 -en...

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