Conflicto y selección de batallas en la 4T

AutorAgustín Basave

El presidente López Obrador no rehúye la confrontación. Ha recurrido a ella durante toda su trayectoria y, evidentemente, sabe manejarla con maestría. En sus tiempos de luchador social era su hábitat natural. El régimen de partido hegemónico estaba en sus últimos estertores cuando renunció al PRI, pero el autoritarismo prevalecía y la oposición tenía que pelear para arrancar cada "concesión". No fue un discurso de unidad el que lo llevó a apoyar al líder de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas; fue el grito de democracia ya y patria para todos. Tampoco contendió AMLO como un conciliador en sus elecciones por la gubernatura de Tabasco, la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal y la Presidencia de la República; lo hizo siempre como un opositor presto a la movilización y renuente a la negociación. Cierto, sufrió varias derrotas, pero a fin de cuentas su combatividad lo llevó a la silla presidencial.

Ahora bien, creo que su estilo personal de contender y gobernar es producto de la necesidad tanto como de su carácter. El radicalismo no era su única opción en 2006 y 2012, cuando había menos enojo social y más instrumentos mediáticos a su disposición de los que tuvo Cárdenas en 1988, por ejemplo. Aunque AMLO hizo modificaciones tácticas en sus distintas candidaturas, en lo estratégico mantuvo invariable su postura contestataria, que no es electoralmente rentable cuando los electores enojados no son mayoría. Eso quise decir, por cierto, cuando escribí que AMLO no adaptó su estrategia a las circunstancias sino que las circunstancias se adaptaron a su estrategia. Cuando se generalizó la indignación social por la corrupción del priñanietismo la gente invocó a quien llevaba 30 años denunciando el statu quo, cuya imagen antisistema fue inercialmente tan potente que no se reblandeció tras su propuesta de amnistía y sumó a su voto duro a no pocos de los que antes lo habían rechazado por su extremismo. Esta es, al menos, mi lectura de su triunfo.

Pero mi análisis es especulativo y sólo destila el agua bajo el puente. Lo importante es que AMLO ya es presidente de México y, más allá de coyunturas electorales, tiene que gobernar para todos, reducir y reencauzar la rijosidad y no equivocarse de enemigos. He aquí la cuestión: ¿lo está haciendo? Sus pulsiones de pugilista lo enfrentan diariamente con diversos adversarios, y yo me pregunto si esas polémicas mañaneras son las peleas correctas. Dice que no quiere investigar a Peña Nieto porque quiere ver hacia...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR