Los conflictos

AutorAnne Marie Mergier

LONDRES.- Las banderas juegan un papel relevante en los Juegos Olímpicos. Provocan controversias, generan incidentes diplomáticos y a veces traen sorpresas... En todo caso recuerdan que la política nunca deja de rondar por la fiesta mundial del deporte.

En Gran Bretaña no fue necesario esperar la inauguración para que empezaran los problemas. El primero fue en el estadio de Glasgow -sede de los partidos de futbol femenil- dos días antes de la apertura oficial de las Olimpiadas.

El 25 de julio las futbolistas norcoreanas se quedaron petrificadas cuando vieron aparecer en las pantallas gigantes del estadio la bandera de Corea del Sur en lugar de la de Corea del Norte, país con el que mantiene hondas rivalidades político-ideológicas. Durante casi una hora las asiáticas se negaron a salir a la cancha mientras los técnicos trataban de corregir el error. El Comité Organizador multiplicó las disculpas para tratar de apaciguar a la enfurecida delegación norcoreana. No era para menos: al igual que Kim Il Sung, su abuelo y Kim Jong Il, su padre, el joven líder norcoreano Kim Jong Eun es implacable cuando se trata de "defender el honor de su país", que la dinastía comunista a la que pertenece dirige con mano de hierro desde 1945.

Creció el nerviosismo del Comité Olímpico Internacional (COI) cuando quedó establecido que las dos Coreas debían enfrentarse en el torneo de ping pong por equipos el pasado sábado 4. El partido fue sumamente tenso pero no hubo incidentes. Vencieron los surcoreanos y los del norte se esfumaron sin comentarios. Yoo Nam-Kyu, entrenador del equipo de Corea del Sur, explicó diplomáticamente: "Pertenecemos al mismo pueblo, hablamos el mismo idioma, pero actualmente no somos muy amigos". Concluyó: "Nuestra historia nos hizo sentir en la obligación de vencer a Corea del Norte..."

Asiático también fue el segundo "banderazo". Esta vez opuso Taiwán a China.

El nombre oficial de Taiwán es República de China. Fue en esa isla donde se refugiaron Chiang Kai-shek, líder del Kuomintang (Partido Nacionalista Chino) y sus dos millones de compatriotas cuando Mao y el Partido Comunista proclamaron la

República Popular China en 1949. Desde entonces las relaciones entre la minúscula República de China y su inmensa vecina son sumamente tensas y complejas. Taiwán es soberano defacto pero no tiene margen de acción a escala internacional.

La República de China tiene su propia bandera: roja con un rectángulo azul en el extremo superior derecho, adornado por un sol blanco. Es el emblema de los nacionalistas chinos odiados por la China continental. Se enarbola en la isla pero no puede salir de ella. Taiwán debe presentarse con otro estandarte, neutro, en todos los acontecimientos internacionales. Así lo dictaminó Beijing.

Nunca se sabrá quién asesoró a la Asociación de Comerciantes de Regent Street para la decoración de la más famosa "calle de compras" de Londres, pero es obvio que desconocía la historia china de las últimas seis décadas.

Días antes de que empezaran los Juegos Olímpicos, Regent Street amaneció con cientos de banderas de todos los países del orbe colgadas de un lado al otro de la calle. Entre ellas, la roja y azul de la República de China. Los taiwaneses que estaban de paso o que viven en Londres se entusiasmaron. En pocos minutos las fotos de su "querida bandera nacional" flotando alegremente en una calle londinense dieron vueltas por internet. En Taiwán se empezó a celebrar el histórico acontecimiento.

Es fácil imaginar que la crisis fue mayúscula entre el embajador de la República Popular China, el alcalde de Londres y el COI. Pero se dio a puerta...

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