Consejos humanos de todo corazón

De las greñas con la suegra

Buenas tardes, Tía. Me llamo Luisa y ya estoy harta de vivir con mi suegra, de hecho, ya le dije a mi marido que nos cambiamos de casa o mejor nos separamos y me voy con mis papás, con todo y niños. Es increíble lo metiche que es esa señora, no se cansa de criticar y cree que porque vivimos en su casa tiene derecho a decirme cómo educar a mis hijos. Hemos discutido varias veces y cada vez me cuesta más trabajo no insultar a la señora, como ella me insulta a mí. Mi esposo no me cree, piensa que su mamá es un pan de Dios, pero es una arpía. Sé que es difícil mudarnos, porque no hay dinero para pagar una renta, pero ¿cómo le hago para aguantar a esa señora?

Luisa, 34 años

Buenas tardes, a tus ojos seguramente tu suegra es una arpía, pero te hace falta reconocer que esa mujer es la madre de tu marido y tú lo escogiste para unir tu vida a él, no te sacaste en la lotería la historia que estás viviendo, has sido tú la que la construyó al haber escogido a este hombre y haber aceptado vivir en la casa de su mamá. Lo ideal sería que tu familia viviera en su propio espacio, pero tú misma reconoces que no tienen lana para pagar renta, entonces te toca dejar de pelear, porque para el pleito se necesitan dos. Primero, y aunque te duela, reconoce que estás en la casa de la señora y ella es la reina, tú eres la esposa de su hijo, nada más. Y se vale que te diga cosas sobre tus hijos porque son sus nietos. Evita sentirte cuestionada cuando se refiere a la educación de tus hijos, date cuenta de que posiblemente no está en contra de la forma en la que los educas, sino que ella quiere participar porque ya educó hijos y se cree capaz de ello, pero, insisto, no tienes que confrontarte, con decirle que será tu responsabilidad si te equivocas en la educación de tus hijos evitarás un pleito. El gran reto es que dejes de estar a la defensiva, si quieres una relación en paz, eres tú la que tiene que empezar a dejar de ser reactiva. Y revisa junto con tu esposo si pueden hacer algo para tener su propio espacio más adelante, porque tus hijos están aprendiendo que el pleito es la forma de vivir y eso no está nada bonito. Les estás enseñando cómo deben tratarte a ti cuando sean mayores. Cuando tú cambies tu actitud...

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