El contrapeso judicial (y las mañaneras)

AutorAgustín Basave

En una democracia, contrapesar implica evitar la concentración del poder. Se trata de distribuirlo para impedir que gobierne un autócrata, lo sea a priori o a posteriori, pues la premisa es que quien manda tiende a mandar más -con buenas o malas intenciones- y que el desbordamiento de dominio del poderoso solo se detiene en la medida en que haya diques. La lógica de ese mecanismo que en Estados Unidos llaman checks and balances no solo es de funcionalidad sino primordialmente de equilibrio, de protección a la ciudadanía. No es conveniente que quien ejecuta también juzgue y dirima diferendos. El poder se limita con el poder mismo y el ciudadano, de otro modo inerme, resulta protegido contra sus abusos.

Con un jefe de Estado tan popular e impositivo, México requiere más que nunca contrapesos. Creo que la judicatura mexicana debe corregir muchas cosas, empezando por la corrupción, la endogamia y la desvinculación de la sociedad, pero tiene que hacerlo sin caer en el juego de las ambiciones políticas. Aunque no me acaba de desagradar la vieja conseja de que los juzgadores han de hablar con sentencias y me causa escozor la sed protagónica de algunos de ellos, sé que la comunicación social es clave y celebro que el titular de nuestra Suprema Corte utilice las redes y los medios para dialogar con la opinión pública. Aplaudo aún más que saque al poder judicial de su aislamiento y rinda cuentas, particularmente del combate a las corruptelas y al nepotismo en sus filas. Lo que deploro es su defensa sistemática del presidente de la República y hasta de integrantes del gabinete, tanto como el tono de sus pronunciamientos. Y es que, si no se supiera quién los emitió, se pensaría que vienen de un militante de Morena. Para cualquier demócrata eso es irritante.

¿Por qué lo hace? ¿Quiere el apoyo de Palacio Nacional para consolidar su fuerza en la Corte o tiene otras aspiraciones? No son declaraciones inocuas y su intencionalidad es ostensible: es "público y notorio", para usar una expresión de abogados, que dice lo que Andrés Manuel López Obrador quiere escuchar. Si en buena tesis democrática se espera que la cabeza de la judicatura ejerza su autonomía y contrapese, es decir, que actúe al margen de consignas o de favoritismos a fin de que el ejecutivo no extienda su poderío a un ámbito que debe serle ajeno, ¿para qué adoptar esa postura? Si no hubiera algún otro cálculo sería una tontería, y Arturo Zaldívar no tiene un pelo de tonto. Lo respeto...

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