Lo contraproductivo

AutorJavier Sicilia

Cincuenta años después, sus análisis resultaron reales: la escuela ya no alcanza para todos y tal vez enseña ya muy poco; los transportes tienen no sólo colapsadas las ciudades, sino destruido el medio ambiente, y la medicina, que tampoco alcanza para todos, se ha vuelto en muchos sentidos iatrogénica, es decir, hace daño a la salud. Mostraron también que el Estado entero y sus instituciones de servicio tal y como Occidente las concibió con la Iglesia y, luego, con el Estado laico -una copia degradada de la estructura clerical-, se volvieron contraproductivas y colapsaron: el Estado ya no nos proporciona ni seguridad ni justicia, y todos, en mayor o menor grado, disputamos los supuestos beneficios de sus instituciones de servicio. De allí la corrupción y la violencia que el gobierno de la Cuarta Transformación busca combatir, más con buenas intenciones que con acciones contundentes.

Quizá el rostro más brutal de esta co-traproductividad sean las redes del crimen organizado, que se han apoderado del Estado y de las Fuerzas Armadas, que desde hace 13 años los gobiernos utilizan para combatir el crimen.

Las redes criminales no son instituciones del Estado, pero, como lo ha mostrado el combate al huachicol, son impensables sin él. Usan al Estado para robar, amenazar, extorsionar, corromper, secuestrar, matar. Las Fuerzas Armadas, que sí pertenecen al Estado, se han vuelto también contraproductivas como el Estado mismo. Creadas para defender la seguridad de la nación, han sido reducidas a labores policiacas y con ello le han dado rango de ejército enemigo a los criminales.

Un hecho inédito en la vida de las naciones. Ambos -criminales y Fuerzas Armadas- son contraproductivos en el sentido de que, al haber instalado en toda la nación una guerra, malversan los fines del Estado, sembrando, mediante la compra de armas cada vez más sofisticadas y la deshumanización de sus miembros y de la vida civil, el miedo, el terror, la muerte y la desconfianza.

Todavía hasta antes de la Primera Guerra Mundial, muchas guerras sucedían fuera de las ciudades con el fin de preservar la paz popular hecha de cultivos de subsistencia que proveían a los mismos ejércitos de víveres. Era un remanente de lo que en el siglo XII significaba paz, no la ausencia de guerra entre los señores, sino la preservación de la subsistencia.

La paz que la Iglesia y el emperador buscaban garantizar en medio de ella se dirigía a preservar a los pobres y sus medios de vida de la violencia...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR