La contrarreforma electoral

AutorJenaro Villamil

El 11 de agosto de 2007 los principales comentaristas de Televisa, TV Azteca, Grupo Imagen y de radiodifusoras protagonizaron una "rebelión" en el quinto piso de la Torre del Caballito, sede de las oficinas de comisiones del Senado.

Encabezados por la dirigencia de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT), la cúpula de los inconformes protestó por la inminente aprobación de una reforma constitucional para establecer la "prohibición total de los partidos políticos para adquirir tiempo, bajo cualquier modalidad, en radio y televisión".

Vestido de suéter rosa, Joaquín López-Dóriga fue el foco de atención de los fotógrafos que cubrieron el inédito evento. Sentado al lado de su presunto competidor, Javier Alatorre, de TV Azteca, y de Patricia Chapoy, conductora del programa de variedades de Canal 13, el conductor de Televisa "ventaneó" a sus propios colegas al preguntarle a los 41 senadores presentes si sería un delito electoral decir que el entonces gobernador del Estado de México "es muy guapo" (Proceso 1611).

No era poco lo que estaba en juego. La prohibición de comprar tiempo-aire le restaba a las televisoras una bolsa de cerca de 2 mil millones de pesos de dinero público y privado, según los cálculos de los senadores que promovían la reforma, entre ellos el priista Manlio Fabio Beltrones. Los concesionarios buscaron el apoyo de 19 gobernadores con aspiraciones políticas, entre ellos Enrique Peña Nieto, quien tenía un convenio de comunicación y promoción millonario con Televisa. No pudieron frenarla.

A pesar de este talfe show, el Senado aprobó la reforma por 111 votos a favor, incluyendo los sufragios de la bancada del PRI, coordinada en ese entonces por Beltrones. Días después, la Cámara de Diputados aprobó -por 408 votos en lo general y 362 en lo particular- la reforma a nueve artículos constitucionales, incluyendo el 6, el 41 y una adición al 134, que conformaron el llamado nuevo "modelo de comunicación política".

Las televisoras no dejaron de quejarse desde entonces. Y lo hicieron a través de sus principales comentaristas en radio, televisión y prensa. La descalificaron una "reforma chavista", una "expropiación", una "tentación de censura" y un "engaño a la sociedad".

Poco más de ocho años después, los mismos impulsores de este "modelo de comunicación política" pretenden recular y realizar una contrarreforma que permita la compra de tiempo-aire en medios electrónicos y disminuya los 48 minutos de tiempo de Estado obligatorios (30 en todas las estaciones de radio y 18 en las televisoras) regulados y distribuidos entre los...

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