La conversión de Jacobo Zabludovsky

AutorVicente Leñero

-El empoderado líder de opinión al servicio de la empresa a la que servía, ligada ésta, indisolublemente, a la "presidencia imperial" de un PRI que manejaba al país como si fuera de su propiedad.

-el gran orquestador de la campaña contra el Excélsiorde Julio Scherer García en 1976 cuando aquél era director de información de Televisa y conductor del noticiario 24 Horas.

Aunque hoy parece olvidarlo todo nuestra sociedad sin memoria, existen testigos que conservan esa imagen de Jacobo Zabludovsky en las viejas pantallotas de sus televisores. Aparecía en médium shot con su ensayada sonrisa simpática, traje y corbata impecables y enjaretada su cabeza por un par de audífonos enormes que lo convertían en la caricatura de sí mismo. Se le tenía desconfianza y hasta temor por la manera de tergiversar los hechos haciendo creer a su audiencia que la realidad era así como él -"objetivo y veraz"- la transmitía a diario.

Auxiliándose en 24 Horas se enderezó la campaña contra el Excélsior de Julio Scherer desde la presidencia de un Echeverría enfurecido e implacable. Entre muchas otras tretas, Jacobo dio voz a su amigo Roberto Blanco Moheno que manoteaba y escupía desde la pantalla contra ese "periódico comunistoide", y envió a su reportero estrella Ricardo Rocha a dizque investigar la prefabricada invasión de fingidos ejidatarios a un fraccionamiento de la cooperativa Excélsior. "Pobrecitas víctimas", se dolía el compasivo Rocha.

Sobra enunciar al detalle cómo se salieron con la suya Echeverría y Zabludovsky: caímos juntos con Julio Scherer y se encaramó al traidor Regino Díaz Redondo a la dirección del Periódico de la Vida Nacional.

Muchísimo tiempo después, en marzo del año 2000, cuando se apartó o fue apartado de Televisa por Emilio Azcárra-ga Jean, que deseaba iniciar su gestión sin ataduras, Jacobo Zabludovsky se lavó la cara, las manos, se sacudió de recuerdos y pesadillas, y reinició con extraordinaria vitalidad su camino hacia la conversión. Poco a poco, no de golpe, se transformó en Zabludovsky El Bueno.

¡Ocho de julio no se olvida!, clamaríamos ahora las víctimas del atentado. Pensando en eso -a 38 años de distancia- se me ocurrió escribir un breve relato de ficción. Es éste:

Se abre la portezuela...

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