Corea del Norte-Estados Unidos. Crónica de una cumbre inútil

AutorAdrián Foncillas

HANÓI.- Sobre la delicada vajilla del Hotel Metropole quedaron intactos el paté y el pescado. Donald Trump, presidente estadunidense, se acababa de despedir de su par norcoreano, Kim Jong-un. No hubo almuerzo, declaración conjunta ni acuerdo. Tampoco levantamiento de sanciones, cierre de instalaciones nucleares, fin de la Guerra de Corea ni oficinas de representación recíprocas. Fue, el pasado 28 de febrero, un desenlace sorprendente después de que en la cena anterior escenificaron el "enamoramiento" que clama Trump, con sonrisas y complicidades, promesas de una vida en común dichosa y una euforia más propia de un campamento de verano que de una negociación sobre armas nucleares. Sorprendió incluso para los heterodoxos estándares diplomáticos de ambos.

Ese final abrupto se habría entendido en la cumbre del pasado año en Sin-gapur. Trump advertía entonces que le bastaría un cruce de miradas para medir a Kim. Pero a Hanói llegaron con la química acreditada y tras rondas preparatorias con Mike Pompeo, secretario de Estado, y Ri Yong-ho, ministro de Exteriores norcorea-no. Dialogaron en Washington, Pionyang y Estocolmo, por hacer la lista corta. Habría bastado con preguntar en algún momento por las exigencias a cambio de las sanciones. Así lo recomienda la casuística para evitar bochornos bajo los focos globales. Los expertos debatían si el acuerdo sería bueno o malo, de máximos o mínimos.

La falta de acuerdo nunca se previó y es difícil disimular el fiasco con el manido argumento de que es preferible a un mal acuerdo como aquel de Singapur. De ahí salió un folio con declaraciones tan grandilocuentes como abstractas y sin ningún instrumento para fiscalizar el cumplimiento.

"Es obvio que es un fracaso; ni siquiera hubo una declaración conjunta. Ha habido un diálogo previo intenso y yo esperaba que acordaran al menos el levantamiento parcial de las sanciones", opina Koh Yu Hwan, profesor de la Universidad Dongguk.

Los expertos ya habían recordado que continuaban las diferencias estructurales. Washington y Pionyang aún discrepan sobre qué entienden por desnuclearización: Estados Unidos la exige inmediata, completa e irreversible, mientras Norcorea ve un proceso gradual a largo plazo.

Tampoco hay acuerdo sobre la secuen-ciación de las "medidas correspondientes", según jerga norcoreana, o "acciones paralelas y simultáneas", en palabras estadunidenses.

Pionyang las pretende antes de completar el proceso de desnuclearización mientras Washington quiere...

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